La primera mitad de la película, donde Lawrence interpreta a una joven rusa, ex bailarina, que debe aprender a usar el sexo como arma en el sinuoso campo del espionaje, es extraordinaria, una auténtica teoría respecto de la actuación y la ficción, con una Charlotte Rampling tremenda. La segunda, se sumerge en el lugar común del género, aunque la Lawrence sigue mostrando que es una actriz tan extraordinaria como para darle brillo a la rutina. Una rareza dentro del gran espectáculo reciente.