Guerrilleros por un día
Sabremos cuáles son las tendencias del novísimo documental en el mundo a partir del proximo 15 de octubre cuando empiece el DocBsAs, con proyecciones de películas producidas en 2010, lo último de Huillet, de Comolli o de Guerin.
Por lo pronto, este jueves de estrenos en Buenos Aires se presentan 4 documentales argentinos,Adolfo Pérez Esquivel. Otro mundo es posible, Octubre Pilagá, Eduardo Falú, canto al paisaje soñado y Orquesta Roja del que nos ocupamos en esta nota.
Más allá de contar con una cantidad inusitada de estrenos simultáneos, ¿podemos pensar que hay un nuevo camino para el documental argentino?. Seguramente es de esperar que sí. Y que estos nuevos modos del documental hoy incluya entre otros tópicos la recreación de la realidad, la redocumentación de la verdad o la espectacularizacion de la historia.
Seguramente es este conjunto de items es donde habrá que mencionar a esta película que nos ocupa Orquesta roja, ópera prima, el director se llama Nicolás Herzog. (Cómo no ser cineasta con ese nombre).
El entramado político, económico, social, y mediático que construye Herzog tiene un valor inusitado. Por un lado porque representa una porción de la historia de los años críticos de la Argentina. Año 2000, Gobierno de la Alianza, herencia de los años menemistas. El pais estalla socialmente en cortes de rutas y piquetes. Las cifras de desocupación alcanzan los dos dígitos en muchas ciudades del interior. "Concordia era la capital del hambre y la desocupación". dice uno de los testimonios. Allí tres líderes aparecen como los más representativos: Chelo Lima, Carlos Sánchez y Pato Rivero.
Al modo de las famosas crónicas de Jósé de Ser y su "seguime chango" o en la época en que un "Extraterrestre" visitaba los canales de Tv envuelto en una pasamontañas (¿Quién no se acuerda?), de esa época, el documental de Herzog (Nicolás) se ocupa de la aparición de un grupo de activistas autoproclamados "Comando Sabino Navarro", que encabezaron los reclamos piqueteros en Concordia, y que, incitados por el canal Crónica de Buenos Aires, armaron toda una puesta en escena de reaparición de la lucha armada ocultándose en una casa abandonada.
Las transimisiones, en ese entonces, en directo desde el "monte" donde estaban escondidos se entrecortaban y los "guerrilleros" entraban y salían de cuadro, según cómo respondía la seguridad en el momento.
La ideologia no se termina nunca, Carlitos dice otro de los personajes de esta película al "Subcomandante Carlitos".
Son los mismos protagonistas los que recuerdan en medio de su entorno cotidiano aquellos días. "Me hicieron venir de Buenos Aires, van a cortar o no van a cortar?" habría dicho un productor de Cronica TV.
Herzog elige desnudar doblemente la farsa, por una lado dando pie al testimonio de la falsedad de los hechos, y por el otro desplegando lo que en comunicación se llama el procedimiento metalengüístico, el mecanismo mostrándose a sí mismo, desnudándose, explicitando su propia artificialidad. Lo que se ve en Orquesta roja es en buena parte un artificio y lo que quedó es la resultante de una conclusión: no hay crisis social que no esté acompañada de una crisis ética.
Por eso a los pobres se los mete presos y a los canales de TV se los multa.
"No se está quemando nada, es el humo de los pobres, El humo que sale de un piquete es distinto a este, es un humo que te intimida, es un humo de combate, es un arma. El humo del pobre es un humo que huele a pobre, el humo de la fabrica es un humo que huele a dignidiad. En cambio el del neumático es como que te incentiva y cuando se apaga es como que querés ponerle más goma para que ese fuego no se apague, para que esa amenaza no se apague." Dice Carlitos en una de las consignas más sinceras y emotivas de la película. Frases que parecen develar el verdadero sentido de esa historia, ocultas detrás del aparato que genera el rating.
Oquesta Roja es, además, una película que hoy, en medio de la guerra de los medios de comunicación, parece adquierir más sentido que nunca.