Cumbiópera en tres actos.
El cine de Perrone siempre ha sido caracterizado por su impacto, por su impronta que no puede generar en el espectador indiferencia. Prolífico como pocos realizadores, en este su film numero treinta, decidió pegar el volantazo y realizar una apuesta osada y ambiciosa desde el punto de vista estético: Un film de 150 minutos, en blanco y negro y pantalla 4:3.
Enmarcado en esta apuesta desde lo visual y casi obviando los diálogos, Perrone nos ofrece una opereta cumbiera donde la tragedia se sitúa en el conurbano bonaerense, territorio que en el que el director se mueve con la soltura de saberse parte. Allí nos presenta uno a uno los fantasmas que azotan a la juventud, el dealer de la cuadra, el embarazo no deseado, los padres separados, las amores no correspondidos , la necesidad de inclusión en una tribu, en definitiva la formación de la propia personalidad adulta con los mosaicos que poco a poco van trazando la identidad añorada.
La cámara del director reinventa la cotidianeidad del barrio, otorgándole el aire trágico que tiene todo lo irreversible, esa realidad que muchos jóvenes conocen como ineludible, ese destino que mas alla de las elecciones sienten como marcado.
P3nd3jo5 es al cine lo que el conurbano a las grandes urbes, la periferia donde se adentran los que se animan a vencer ciertas barreras en la búsqueda de nuevas sensaciones cinéfilas. El espectador citadino mental no se animara a entrar en las calles de barro que no tienen la accesibilidad de las grandes y frías calles grises de la cotidianeidad urbana. El asumirá el costo de no conocer nuevos paisajes de no permitirse la expresión mas sublime del séptimo arte: la experimentación.
Un ejercicio sobre como hacer cine desde una perspectiva diferente, rompiendo paradigmas para reordenarlos en una nueva definición de arte. Una búsqueda personal del director que nos permite acompañarlo en esta nueva apuesta.
@Cariolita