Diferencias de clase... sin clase
"Al menos las actuaciones y la fotografía de Agnès Godard logran que esta sea una muy elegante basura". Así define, con absoluta contundencia y no poca justicia, el crítico Jason Anderson en EyeWeekly.com a este nuevo film de Catherine Corsini.
OK, quizás lo de "basura" es un término demasiado fuerte, pero esta (otra) historia de infidelidad matrimonial obvia, "de manual", huele a fórmula rancia, a cúmulo de clisés, estereotipos y lugares comunes que -pese a sus intenciones y esfuerzos- no resulta jamás audaz ni provocativa ni perturbadora.
Un médico exitoso (Ivan Attal) vive con su esposa (Kristin Scott Thomas, definitivamente convertida en la nueva "musa" del melodrama romántico francés), que tiene intenciones de volver a ejercer como kinesióloga luego de una década alejada de la profesión. Mientras reciclan un sector de la mansión familiar (tienen dos hijos ya adolescentes) para que ella pueda tener su consultorio, la protagonista se va obsesionando por (y enamorando de) un albañil español (Sergi López) que es padre de una niña y acaba de salir de la cárcel.
La cosa transita por carriles esperables dentro del drama pasional con una trama de manipulaciones, extorsiones y engaños que hacen un claro hincapié en las diferencias de clases y los abusos de poder. Algo que, por citar un ejemplo, el gran Claude Chabrol ya ha elaborado con mucha mejor fortuna en joyas como La ceremonia.
Gran éxito en Francia, Partir llega aquí en busca de lo que queda de ese público adulto e intelectual, pero -más allá de los paliativos que cita el colega canadiense (y que suscribo)- resulta otra decepción de una directora (Replay, La repetición) con la que sigo sin tener suerte. Una pena.