La burguesa, el obrero y el fantasma
En principio, Partir es la típica película francesa industrial como cierto aire “de importancia” desde su tema que, pese a lo remanido y ya visto en oportunidades, siempre funciona dentro de códigos conocidos y digeridos de antemano. Oh, otra vez las casualidades del amor reúnen a una señora burguesa (Kristin Scott Thomas, lánguida y seductora), casada y con dos hijos y con ganas de hacer algo en el ámbito laboral, y por el otro lado, al obrero albañil (Sergi Lopez), de origen catalán y algo más joven que la dama risqué. El melo ya está de parabienes, más aun cuando la película comienza a narrar los cambios que se producen en ella junto a las sospechas del marido (brillante Yves Attal).
Catherine Corsini nunca hizo una gran película, aferrada a una medianía que solo sostiene su interés por la prolijidad de los guiones y la luz de Agnes Godard, habitual colaboradora de la cineasta. En este punto, Partir puede parecer el mejor film de Corsini, ya que despliega algunas ideas visuales, aunque algo obvias (ambientes cerrados para el matrimonio en crisis, lugares abiertos para la pareja adúltera) que van más allá de la solidez del guión. Por su parte, la narración fluye sin problemas, de manera previsible pero acertada, como si las situaciones dramáticas (hasta las menos interesantes), conformaran un corpus que no permite crítica alguna. En ese sentido, el protagonismo que va cobrando el esposo del matrimonio –un personaje que oscila entre la arrogancia, el patetismo y la crueldad- neutraliza, especialmente en la segunda mitad del film, el amor entre la señora burguesa y el albañil.
Y es un melo. Y el fantasma, claro es el de Francois Truffaut, maestro del cine al que en Partir Corsini rinde más de una alabanza, utilizando en su banda de sonido composiciones de Delerue y Duhamel, concebidas en su momento para la obra del director de Los cuatrocientos golpes. Pero la referencia no termina allí: ecos de La mujer de próxima puerta, la locura de amor de la hija de Victor Hugo en La historia de Adela H y el tono gris y trágico de La sirena del Mississippi son convocados –aunque no de manera puntual- en el desarrollo de Partir. Allí sí, al recordar a estos y a otros films de Truffaut es donde el film de Catherine Corsini poco o nada puede hacer.