Los espacios cerrados son los lugares ideales para la construcción de un relato de suspenso y miedo. En este sentido, si a ese sitio absolutamente hermético se le agrega el plus de un transporte aéreo que viaja a miles de metros de altura, la claustrofobia debido a la dificultad para escapar aumenta. El espectador intensifica sus expectativas y el terror se duplica.
El fantástico ruso continúa su tarea de expansión más allá de sus fronteras, y es así como recientemente tuvimos estrenos locales de films de ese origen dentro del ámbito del terror (La leyenda de la viuda) y la ciencia ficción (Sputnik, Invasión: el fin de los tiempos). Pasajero 666 no pertenece a ninguna de estas dos categorías, si bien es claramente un film del género. Se trata más bien de un híbrido, una suerte de thriller fantástico que tiene elementos de terror y, dada su locación principal y la propuesta argumental, también algo de cine catástrofe. La primera escena establece el tono de lo que vendrá. Katerina es una niña a bordo de un avión de pasajeros. Está inquieta y razones hay de sobra. Cuando el avión entra en una gran turbulencia, las máquinas empiezan a fallar y la catástrofe es inminente, Katerina pierde de vista a su madre pero alcanza a ver en otro asiento a una anciana en trance realizando un extraño rezo. Esto tendrá su importancia más adelante. Cuando el avión finalmente se estrella, la niña es la única sobreviviente. Varios años después, Katerina emprende nuevamente un vuelo, esta vez con su pequeña hija la cual tiene una edad similar a la que ella tenía cuando sucedió el accidente. Katerina arrastra lógicas secuelas a las que ha tratado de enfrentar a lo largo de los años con una filosofía declarada de enfrentar los miedos, y este viaje de alguna manera forma parte de esa misma idea. Pese a que trata de aparentar calma, sobre todo frente a su hija, es evidente su nerviosismo. Las circunstancias no la ayudan. El avión tiene que despegar en medio de una tormenta y el vuelo es bastante accidentado. Esto es en realidad lo de menos, ya que al poco tiempo empiezan a ocurrir extraños fenómenos a bordo que poco tienen que ver con el clima o las condiciones técnicas, sino que parecen de un orden más oscuro y a Katerina no solo la remiten a la catástrofe de su primeros años, y a la posibilidad concreta de que ésta se repita, sino al hecho de que hay algo allí que parece estar dirigiéndose específicamente a ella. Pese a su título local, Pasajero 666 no tiene que ver con el satanismo, ni con el terror religioso. Acá no hay Anticristo ni Número de la Bestia involucrado. Los fenómenos que se suceden durante el vuelo son de origen sobrenatural pero su origen es intencionalmente poco claro al principio. Y aunque Katerina empiece a dudar de su cordura y algunos de sus acompañantes traten de convencerla de que sus visiones son producto del trauma pasado o de la medicación que está tomando, hay suficientes indicios de que algo siniestro efectivamente está sucediendo por más que no esté claro de qué se trata ni quién está involucrado. En su primer largometraje, el realizador Alexander Babaev va sembrando diferentes pistas, algunas se van resolviendo, algunas quedan como vías muertas y otras son simplemente engañosas. El film tiene el acierto de no dejar en claro hasta el final cuál es el origen ni el sentido de los fenómenos que se van sucediendo. Y aunque la resolución pueda parecer decepcionante, trillada o tirada de los pelos, durante su transcurso el interés y la tensión se mantienen, con algunas escenas efectivas y también con otras más rudimentarias. La mayor parte del relato transcurre dentro de la cabina de pasajeros del avión, con lo cual lo más obvio es decir que se trata de un film claustrofóbico, lo cual no deja de ser cierto tampoco. El realizador aprovecha esta circunstancia a su favor así como el hecho de que cualquier situación problemática se vuelve mucho más inquietante si además transcurre a varios miles de metros de altura y de una manera muy poco estable. Pese a estas alturas atravesadas Pasajero 666 es una película de vuelo bajo y sin muchas pretensiones, que entretiene durante el viaje y se deja olvidar ni bien toca tierra. PASAJERO 666 Ryad 19. Rusia. 2021 Dirección: Alexander Babaev, Samantha A. Morrison (versión en inglés). Intérpretes: Svetlana Ivanova, Marta Kessler, Viktoriya Korlyakova. Guión: James Rabb. Fotografía: Nikolay Smirnov. Duración: 77 minutos.
Qué una película que en el original se llama Fila 19 se estrene en Latinoamérica con el título de Pasajero 666 ya habla de una falta de honestidad intelectual y una subestimación del espectador que predispone mal. Pero si uno puede olvidarse por un momento de esa comercialización espuria puede dedicarse a analizar la película en sí mismo. ¿Qué culpa tienen los rusos de ese título fuera de su país? La historia que se narra aquí es la de una pequeña que viaja con su madre en un vuelo de avión que se viene abajo. La única sobreviviente es la niña, lo que muchos consideran un verdadero milagro. Algo raro pasó en ese vuelo, imágenes extrañas que la niña vio antes de la catástrofe. Pasaron muchos años y la niña se ha convertido en una mujer que ha superado aquel trauma. Finalmente se anima y con su hija de seis años viaja en avión. Se trata del único vuelo que sale ya que una tormenta de nieve complica la operatividad de la pista. Se trata de un misterioso vuelo casi vacío, lleno de personajes raros. Esta película de terror tiene más promesas que logros, consiguiendo algunos momentos buenos pegados a otros sin ningún sentido. El avión en el cual transcurre la historia es un decorado poco realista y todo es demasiado forzado como para no sospechar acerca de los posibles giros de la trama. En su afán desesperado por imitar a Estados Unidos sin lograrlo, Rusia nos entrega otra película de género fallida. Es posible que en los últimos dos años se haya estrenado más cine ruso que en los últimos veinte, algún distribuidor ha logrado encontrar un mercado. Ahora solo basta que respete los títulos originales.
Un thriller sobrenatural ruso sobre la única sobreviviente de un accidente aéreo durante su juventud, que ahora teme que el vuelo en el que está con su hija sufra el mismo destino. Uno no está tan seguro de que lanzar películas dobladas a esta altura siga siendo una forma de acercarlas más a las audiencias, aunque de lo que sí no hay dudas es que la experiencia ya de por sí turbulenta que plantea «Pasajero 666» no es ayudada por la decisión de traerla a nuestro territorio exclusivamente doblada al inglés. No es que haya mucha gente que entienda ruso por acá, pero tampoco va a ser mucho mayor la cantidad de espectadores que verían una versión doblada al inglés sin necesidad de subtítulos. Si va a estar subtitulada, ¿por qué truncar la inmersión de los que sí se animen a ver tu película mostrándola además doblada? Intentos de auto-sabotaje aparte, «Pasajero 666» es un thriller ruso sobre el miedo a volar de una madre con su hija luego de varios años de un accidente aéreo que la dejó como única sobreviviente. Tras vivir toda su vida superando ese trauma, se encontrará en un vuelo con extrañas ocurrencias que la llevan a temer cada vez más que este tenga el mismo destino que el anterior. Maneja un tono de terror, aunque más sostenido en la ambientación y psicología de su protagonista que en los poco priorizados jumpscares. Armada con un nombre digno de relleno de videoclub, esta es una cinta que con cierta confianza se atreve a ofrecer una propuesta que no brilla por su innovación por más que tenga alguna que otra sorpresa guardada. La simpleza de su concepto y del desarrollo del mismo remiten a lo que sería un capítulo de alguna de las tantas series antológicas de género, una categoría donde no solo las virtudes de esta película serían todavía más apreciadas sino que incluso no serían tan condenables sus falencias. En la actualidad la frase «edad de oro de la televisión» ya comienza a verse en el espejo retrovisor, pero esa explosión de creatividad y calidad entre 00s y 10s no solo tuvo como consecuencia que subiera el nivel de programación de la caja boba sino que (junto al streaming) subió un poco la vara de lo que se considera muy pobre como para justificar un largometraje en cines. El apuntar al entretenimiento pochoclero no es algo malo ni que deba traer pudor alguno, pero sí conlleva la responsabilidad de brindar algo más que lo que la gente ya consume 24/7 en al menos dos pantallas conjuntas de forma constante durante su día a día. «Pasajero 666″ es una buena producción en lo técnico con breves momentos puntuales de valentía creativa desde la dirección, pero no alcanzan ni por asomo para elevar un material que sería mediocre incluso saliendo de la caja boba. La dirección no lleva a uno a preguntarse quién está detrás de cámara y el doblaje se encarga de destruir los esfuerzos de un ya de por sí poco talentoso elenco. Lucha por llegar a los 80 minutos, y no recompensa a nadie que la acompañe en el proceso. Si alguien decidió verla sólo por su nombre o premisa, ciertamente puede ser que obtenga el rato de distracción que buscaba, pero incluso la demográfica en la que logre generar interés va a encontrarse con pocas razones para justificar su decisión cuando termine de verla.
La fórmula no es precisamente novedosa y se pone en ejecución con cierta frecuencia: un avión con pasajeros que se comportan de manera sospechosa, una tormenta que refuerza la sensación de claustrofobia y pánico, y un personaje heroico en el centro intentando encontrarle el sentido a lo que sucede en un vuelo anormal. Pasajero 666 se suma a larga lista de largometrajes que parten de esa premisa, pero trastabilla cuando intenta, paradójicamente, diferenciarse de otras producciones similares. El film ruso del cineasta Alexander Babaev tiene una intro efectiva en la que se muestra un accidente de avión con una única sobreviviente y el interés mediático que indefectiblemente surge en cada nuevo aniversario de la tragedia. La mujer, lejos de querer revivir esa pesadilla, se aboca a una vida apacible con su hija que se alterará tarde o temprano. Un nuevo vuelo pasa a ser el epicentro de una narrativa que se empantana al querer distraer al espectador para poder dar un golpe de gracia sobre el final que sorprenda y resignifique el visionado. Sin embargo, el guion de James Babb no solo no consigue conjugar adecuadamente los diferentes géneros que aborda caprichosamente (Pasajero 666 es un thriller psicológico que se disfraza de relato paranormal sin continuidad alguna) sino que tampoco le da complejidad a su protagonista, esa mujer que solo busca proteger a su niña de una inminente catástrofe. Durante su odisea, los personajes secundarios hacen su ingreso mecánicamente, convirtiéndose en estereotipos dentro una trama carente de innovación en la que sí se destaca una exploración del concepto de trauma, o al menos un acercamiento tangencial a sus pormenores.
El cine ruso de terror sigue llegando a las pantallas argentinas, fenómeno que empezó cuando las salas estaban cerrados y sólo podíamos ver películas en streaming, y si hay algo para decir a favor de él es que suele ser mas original que el que se hace en Hollywood. Este es el caso de “Pasajero 666”, que toma un asunto pocas veces tratado en el cine estadounidense: el del terror a bordo de un avión, y no nos referimos a la típica película de cine catástrofe. Eso si, en la era clásica de la TV hubo algunas fuentes para este film, por ejemplo el episodio de la serie “Dimensión desconocida” protagonizado por William Shatner, “Pesadilla a los 30 mil pies” que luego fue objeto de una remake en “Twilight Zone The Movie” en el episodio dirigido por George Miller. Pero allí Shatner tenia problemas psiquiátricos y nadie le creía ver una especie de duende rompiendo el ala del avión. En “Pasajero 666” las cosas suceden más dentro que afuera de la nave. Hay una joven doctora tensionada por viajar en el avión con una chica enferma que pronto empieza a presenciar cosas horribles entre los pasajeros, quienes a medida que avanza la acción van muriendo de formas espantosas. Pero tal vez todo esté en la mente de la protagonista, porque lo que ocurre es cada vez más horrible. El director Alexander Babaev es un experto en el género con películas como “No nacidos” y “Hospicio”. Filma bien, ofrece dosis muy generosas de gore y tiene siempre preparados muchos sustos para el espectador. Sólo que aquí el argumento se le va de las manos. La película daba para una serie como “Dimensión desconocida” pero no para un largo, por lo que el guión se va descascarando en la segunda mitad. Con todo, tiene sus momentos y los fans del genero no harían mal en darle un vistazo.
La película comienza con un recuerdo, una niña aterrorizada, en un vuelo con muchas turbulencias y vecina de asiento terrorífica, que termina siendo la única sobreviviente cuando el avión se estrella. Veinte años después esa niña creció, estudio psicología y tiene una hija de la misma edad de su recuerdo más traumático. Pero igual toma un vuelo en el medio de una tormenta, cuando todas las demás compañías suspendieron sus servicios. Una verdadera vocación de pánicos y terrores varios que el film subraya con recuerdos y viajes al pasado, convulsiones y fueguitos que consumen a los pocos pasajeros atendidos por azafatas misteriosas. Muchas vuelta de tuerca, climas subrayados enfáticamente por música típica del genero y varias situaciones sin mucha explicación utilizadas como efecto y sobresalto para los amantes del suspenso y el horror.
El principal inconveniente de esta propuesta, es su intento por mostrarse ingeniosa hacia la resolución final, pero, en el mientras tanto de la narración, todo se hace cuesta arriba, con una auténtica falta de verosímil desde la presentación del avión en donde todo transcurre, a las imposibles actuaciones del elenco principal. Más terror ruso, pero que causa risa.
Se está produciendo un fenómeno curioso en las salas de cine del país, y es que cada semana nos encontramos en cartelera con películas de origen ruso. Los ejemplos son incontables, y “Pasajero 666” es un nuevo exponente de esta ola. La explicación es más o menos sencilla: Rusia está financiando (en un intento por impulsar su industria) una tonelada de películas con presupuesto generosos, y la mayoría de ellas enfocadas directamente en el terror, tal vez el género -por excelencia- más comercial de todos. Se venden a bajo costo internacional, lo que significa garantizar una expansión hacia todo el mundo. Una jugada de marketing interesante, que incluye el doblaje total de las películas al inglés. Por supuesto que no es nuevo. Italia lo hacía mucho en los 60’. En “Pasajero 666”, una joven doctora que viaja con su hija en avión se ve atrapada en una tormenta de grandes proporciones. Allí, los viajeros comienzan a enfrentarse a muertes inexplicables que escapan a la lógica de la realidad. No hay nada demasiado novedoso en esta película que tiene como eje el espacio cerrado, pero también un montón de elementos trillados, ejecutados con poca eficacia. El prometedor inicio parece ser lo único que sostiene una vuelta de tuerca final interesante, pero que llega sin fuerza ante el vale todo de elementos que van del thriller al fantástico sin escalas. Pareciera que “Pasajero 666” quiere ser todo al mismo tiempo. Su rumbo es poco claro (o caótico), y en su impericia por torcer el camino de lo predecible, fuerza engranajes de manera poco orgánica. Un film olvidable con aires a formato televisivo.
Es interesante que, desde hace algunos años, estamos viendo cine de terror de varios países; sobre todo rusas. No son perfectas, pero se notan dos cosas: primero, haber comprendido que el terror funciona universalmente (es uno de los pocos géneros que siempre ganan dinero, que tiene un público muy fiel). Segundo, que hay pericia técnica. Aquí hay una mujer con una niña pequeña en viaje, un avión en plena tormenta, una serie de muertes inexplicables, y algo terrible que pone en tela de juicio la realidad tal cual la ve la protagonista. Todo está narrado con lo preciso y justo (mire la duración: menos de 80 minutos), buscando provocar en el espectador esa inestabilidad que lleva al miedo, el miedo que lleva a lo maravilloso. Por supuesto, no carece de lugares comunes, pero no está mal hacer terror con la idea de la inestabilidad o la poca confianza que despiertan nuestras percepciones. Un género que, salvo cuando se hace sin respeto, no suele defraudar al espectador.
Hoy nos toca reseñar Pasajero 666, una película de terror que viene desde Rusia, dirigida por Alexander Babaev y protagonizada por Svetlana Ivanova, Wolfgang Cerny y Marta Kessler. Una sobreviviente a un accidente de avión durante su infancia regresa a tomarse un avión, años más tarde con su hija, lo que produce vivencias de su trauma cuando otros pasajeros comienzan a morir. Tenemos que serles sinceros Pasajero 666 es una película mediocre, Rusia nos dio buenos films de terror y ciencia ficción contemporáneos cómo Sputnik, pero en este caso nos encontramos con un producto muy flojo. Si pensamos en la dirección, el trabajo de Alexander Babaev es de estudio barato, aunque sabe aprovechar el presupuesto que tiene y algunos efectos están bien realizados, sin embargo, no tiene nada que resaltar. Las actuaciones son otro punto crítico, nadie resalta y los personajes secundarios son estereotipos muchas veces vistos. Por lo menos podemos decir que la protagonista hace un esfuerzo para mantener cada escena, y no es alguien que resalte, así que imaginen el resto. Otro problema que tiene Pasajero 666 es su guion, intenta ser de terror paranormal, pero coquetea con el psicológico y no sale bien parada. El final es acorde a lo que veníamos viendo y también es algo ya visto. En fin, Pasajero 666 es un film para verlo en casa y que si son asiduos al terror probablemente le recuerde a una extraña mezcla de varias películas.
Con el ritmo justo para su breve duración, Pasajero 666 es una interesante propuesta que se suma al largo catálogo de cintas de terror aérea.