Registro documental argentino que reconstruye colectivamente “La masacre de Pasco” bajo la memoria silenciosa de un barrio, que será interpelado por un grupo de jóvenes, en busca de visibilizar la identidad de les militantes asesinados.
El realizador logra narrar esta historia a través de la mirada subjetiva de un grupo de alumnos y alumnas de la Escuela de Educación Media Nº15, ubicada en el barrio San José de Temperley. Estos jóvenes, motivados por su profesora, trasladan el aula a las calles y repasan los sucesos acaecidos hace 44 años, un 21 de septiembre de 1975, en el que ocho jóvenes militantes populares fueron secuestrados, torturados y fusilados en las calles de su barrio.
La secuencia de comienzo ya nos mete de lleno en el relato con un plano detalle del velocímetro de un vehículo setentista, que acelera lentamente y con sonido amenazante, seguido por un plano desde el auto en movimiento que observa a una mujer que va caminando por la vereda y nos da la sensación de que la estamos persiguiendo secretamente; es claro que no necesitamos nada más para entender qué significa eso en nuestro país. Luego, una voice-over femenina nos introduce en la historia propiamente dicha. Si bien es un inicio fuerte y con una clara propuesta de síntesis, hace un poco de ruido que su presentación se haga desde la posición del “antagonista” debido a que, posteriormente, todo el film es reconstruido desde el punto de vista de militantes, vecines y familiares de las víctimas de la masacre.
Desde lo formal, la película (que sigue la investigación de Patricia Rodriguez para su libro Masacre de Pasco) se apoya en el uso de material de archivo personal, sumado a dramatizaciones de escenas de la época, recortes periodísticos, ilustraciones y testimonios en primera persona, ordenados bajo la pesquisa nacida en el aula del grupo de alumnos y alumnas que parecen necesitar recabar datos certeros para desenmascarar lo que en un principio denominan “mitos urbanos”.
El impecable trabajo de secuencias de montaje que entrelazan los tiempos y espacios del film connotan, en la narración audiovisual, un pasado que sobrevuela en el aire de un presente donde les alumnes, narradores de la historia, se ven atravesados por la crudeza de los relatos pero más por sus lagunas de “no vi nada”, “no recuerdo”, “no escuché”. La construcción de estos vacíos son entregados a les espectadores por silencios abruptos que retumban en el montaje evidenciando la no visibilización de los propios testigos, familiares y sobrevivientes de la masacre denotando la dificultad física de poner hoy en palabras lo no dicho desde aquel entonces.
El documental consigue darle vida a les militantes desde su identidad como hijes, madres, padres, hermanes, amigues, personas. Humanizando el relato a través de la escucha, herramienta fundamental para la reconstrucción de la historia argentina que vuelve a poner en valor lo que significa, para la sociedad, la memoria.
Pasco, avanzar más allá de la muerte visibiliza la historia de “la masacre de Pasco” a través de un grupo de alumnes impulsados por hacer caer mitos. Y lo consiguen en palabras que resucitan de gargantas silenciadas por el miedo.