Suspenso en estado puro Si es que hay un maestro del suspenso sería raro nombrar a otro que no sea Alfred Hitchcock, pero si hay alguien que supo aprender de su genialidad y a su vez implementarle ese factor moderno y manierista que determina a su cine es Brian De Palma. Passion, nuevo film del realizador estadounidense, está a la altura de sus mejores obras como Doble de Cuerpo y Vestida Para Matar. Lo bueno de todo esto es que el aclamado director vuelve a crear una excelente película del género que más domina. Un universo entre la locura, el erotismo, los engaños amorosos, las dobles personalidades, la violencia y los sueños. Todos estos motivos frecuentes en su cine proponen la vuelta de De Palma a sus mayores obsesiones para desarrollar un trabajo cinematográficamente impecable, algo que no se veía desde Femme Fatale de 2002, ya que en el medio hubo dos films un tanto fallidos como La Dalia Negra y Redacted...
Brian De Palma es conocido por hacer thrillers tan inolvidables como interesantes. Carrie, Scarface y Los Intocables son de sus trabajos más inolvidables. Es por eso que cuando uno ve su nombre en un cartel, de inmediato piensa que estará ante otro filme así de inolvidable, sobre todo si presenta en el cartel a Rachel McAdams y Noomi Rapace, actrices camaleónicas que prometen quedarse en el imaginario colectivo ante sus "cortas" carreras. Pero nada podía ser más alejado de la realidad. En Passion, McAdams interpreta a una ejecutiva importante de moda, mientras que Rapace, a su ayudante-gerente, como del estilo de "El diablo viste a la moda". Y así, mientras una le roba el novio a la otra y existen escenas de humillación pública muy bien logradas y magistralmente ejecutadas por ambas, con la incursión de Karoline Herfurth (El Perfume) y Paul Anderson (Sherlock Holmes), formando un triángulo -cuarteto- amoroso que desembocará en un asesinato. La premisa parece interesante, sobre todo porque ya mencionamos la maestría con la que De Palma maneja esta clase de películas. Sin embargo, no nos queda completamente claro que es lo que falla. El filme avanza lento pero sólido, mostrando todo lo necesario para culpar a uno u a otro mediante las pruebas. Y desemboca en lo inevitable. ¿Por qué falla? Quizás sean los personajes secundarios, que carecen de la fuerza actoral necesaria. Quizá sea la falta de más Passion entre McAdams y Rapace. O quizá sea ese final a medio camino entre lo onírico y lo difuso que no queda del todo claro, y que más allá de dar inicio a un debate, da lugar a una tremenda confusión que terminan por darle el golpe final al filme. Personalmenet no me queda del todo claro que fue ese algo que le falta, pero que se siente ausente en toda la película. Ese punch, ese toque sutil que divide a las malas películas de las obras maestras a pesar de contar con un buen guión. Si la ven, me dicen qué les pareció y abrimos una mesa de diálogo.
Las diabólicas. Cada nueva realización del gran Brian De Palma constituye un acontecimiento de por sí que debe ser medido en función de su carrera hasta la fecha, un contexto cinematográfico poco propenso al inconformismo y las características singulares de la vertiente trabajada hoy por hoy. En primera instancia debemos tener en cuenta que luego de la fallida Misión a Marte (Mission to Mars, 2000), el señor ha abandonado casi por completo los Estados Unidos en materia de financiación y se ha volcado con todo a Canadá y Europa en general con vistas a conservar su independencia artística y evitar cualquier tipo de intromisión del mainstream. Ahora bien, el hecho de que la pobreza cualitativa de la coyuntura internacional lo lleve hacia los márgenes industriales es un factor de análisis que debe ser complementado por las peculiaridades del “formato” en cuestión, el cual en el caso de un cineasta tan ciclotímico como De Palma puede variar desde el arty experimental, el suspenso a la Alfred Hitchcock, la epopeya gangsteril, los arrebatos contraculturales y la infaltable obra por encargo, en esencia de tipo circunstancial. Como a nivel popular se lo relaciona fundamentalmente con el film noir, el norteamericano ha reincidido una y otra vez en el género con suerte diversa. Si bien Pasión (Passion, 2012) es en términos prácticos una remake de Crime d’Amour (2010), una cinta francesa con alguna que otra resonancia de la extraordinaria Las Diabólicas (Les Diaboliques, 1955) de Henri-Georges Clouzot, a decir verdad reúne un buen número de “rasgos depalmeanos” que van más allá de una estructura narrativa centrada en la rivalidad entre dos ejecutivas de una agencia de publicidad, interpretadas por las siempre eficaces Noomi Rapace y Rachel McAdams, en un juego en donde la disputa por el poder corre de la mano de la humillación recíproca, las venganzas personales y el homicidio de turno. Cabe aclarar que en esta ocasión estamos lejos del estupendo nivel de Mujer Fatal (Femme Fatale, 2002) y cerca del encantador caos de La Dalia Negra (The Black Dahlia, 2006), en un combo que cita el devenir de los thrillers eróticos aunque sin la potencia ni las sorpresas de antaño. Por supuesto que dicen presente esos travelings exquisitos, la pantalla dividida, la fotografía preciosista, el tono operístico, los vaivenes en la trama, los raptos de violencia furtiva y las actuaciones exasperadas. En una carrera un tanto errática, Pasión funciona como un ejercicio de estilo por demás digno pero a mitad de camino hacia la excelencia…