Nunca es tarde para retomar el camino Pepo: La última oportunidad (2016) recorre el andar de uno de los máximos exponentes de la movida tropical: El Pepo. Nos adentramos en este mundo de rendición, ritmo y pasión para contarte de que trata esta obra sobre uno de los personajes del momento. Es muy difícil que la vida dé segundas oportunidades. Es algo que, aunque se desee, cuesta. Muchas veces no depende de uno, si no del destino o del azar o de una mezcla racional de ambos. Cuando esa segunda oportunidad se te presenta, estás enterado de que no se puede dejar pasar. El tren pasa tan sólo una vez y, que se reitere en su camino, es una ocasión que no debe pasarse por alto. La chance no debe desperdiciarse y depende de uno mismo el saber aprovecharla. El Pepo, ex líder de la banda icónica de cumbia Los Gedientos del Rock, lo entendió todo de tal manera que esta no es una segunda oportunidad, sino la última. Esta obra creada por Juan Irigoyen y Cristian Jure sin lugar a dudas, va a dar que hablar. No sólo por tratarse de uno de los personajes del momento, sino también por la manera en la cual lo retrata, en dónde se posiciona al Pepo desde el presente con claras referencias a un pasado tormentoso. Pero este presente es el que importa. El presente y su expectativa de futuro. El Pepo comprendió que esta es su última oportunidad luego de estar privado de la libertad y está convencido en aprovecharla como nadie. El documental recorre el andar del Pepo luego de su libertad, su pasión por la cumbia, su regreso a los escenarios y el apoyo de sus seres queridos. El apoyo de su familia, como a cualquiera podría sucederle, se hace fundamental. Su amor por su madre, el llanto por extrañar a su padre, el encontrar al amor de su vida y los asados en familia retratan la vida de una persona que no está sólo y se refugia en aquello que le hace soltar sus características carcajadas. El Pepo es de carne y hueso. Se emociona, llora, se ríe, reza, sufre y vuelve a reír. El Pepo no es carne y hueso solamente. Es de carne, hueso y alegría. Más que nada, alegría. Recorriendo sus lugares más íntimos, dejando entrar a las cámaras hasta en los lugares sagrados para uno, Irigoyen y Jure aciertan al lograr sumergirnos en la vida de un ícono de su generación luego de tocar fondo y su posterior batalla de recuperación. Esta lucha se está llevando a cabo día a día, minuto a minuto, pero ya se vislumbra un ganador. La convicción del Pepo, abrazado a los seres que ama y su pasión por Racing y la cumbia parece una fórmula más que suficiente para que la tendencia ganadora sea cada vez más evidente. Las carcajadas se hacen escuchar y son cada vez más notorias. Es el Pepo y su triunfo. Es el Pepo aprovechando al máximo su última oportunidad.
Rubén Darío Castiñeiras, a quien llaman Pepo, cumple su último año en prisión. Le quedan pocos días para salir en libertad, asegura estar recuperado de sus adicciones y se ilusiona con un regreso triunfal al mundo de la cumbia. Para ello deberá apoyarse en su familia para no desandar el camino, que contiene la promesa de una existencia diferente. En torno de este entramado, el director Juan Irigoyen logra, con escenas que van de lo cálido a lo humorístico, muestra a un personaje simple que deberá luchar para borrar su pasado e inscribirse en una nueva forma de vida.
Pepo: la última oportunidad, de Juan Irigoyen y Cristian Jure Por Mariana Zabaleta En pocas oportunidades el cine nacional entrega un retrato tan intimista como el que Juan Irigoyen y Cristian Jure nos presentan. La vida de Rubén Darío, alias Pepo, resulta ser emotiva e interesante. La delgada línea entre la persona y el personaje se disuelve en una estruendosa carcajada de niño hombre. El relato se construye a través de la idea de “una última oportunidad”, aquella posta que Pepo decide tomar para alejarse del delito y las drogas; enfocándose en su vida emotiva y profesional. El primer tramo de la película se centra en presentar el relato de los padres y de Pepo (voz en off), versando sobre su salto desde una tierna infancia hacia la cárcel, donde las drogas se definen como el factor indiscutible que arroja como resultado la incursión en la delincuencia. Nunca dejamos de ver la mirada nostálgica de Julia, una madre que más de una noche rezó suplicando por el bienestar de su hijo. Dura, comenta con rectitud critica, las fechorías pasadas cometidas por su hijo. En contraposición la voz y rostro de su padre resuenan como un eco, entregando el relato más nostálgico y conmovedor de la infancia de Pepo. Sus padres se consolidan como sus fans más presentes, vemos como su madre lo acompaña a sus presentaciones como una fiel representante. La pasión por la música provoca un cambio, el hacer y toda la energía creativa y física se concentran en un momento de camaradería y placer visiblemente presente. Los escenarios son todos diferentes, algunos más allegados a la noche y los excesos, otros más familiares e íntimos. En todos ellos Rubén Darío despliega una simpatía y conexión evidente. Resulta similar acompañarlo a la cancha: Racing, su club, lo vincula con una masa fervorosa que proclama sus cánticos en la cancha. La satisfacción del niño hombre se plasma en una gruesa sonrisa. Pepo: La última oportunidad muestra que solo será una última, y real oportunidad, aquella en la que se embarca por momentos solo y por momentos acompañado, creciendo al calor del afecto y la alegría de poder compartir el hacer musical con otros. PEPO: LA ÚLTIMA OPORTUNIDAD Pepo: la última oportunidad. Argentina, 2018. Dirección: Juan Irigoyen, Cristian Jure. Intérpretes: Rubén Darío Castiñeiras y flia. Duración: 81 minutos.
Pepo, Rubén Darío Castiñeiras en un verdadero ídolo de la movida tropical, fue participante de Showmatch, invitado a los programas de Susana Giménez y Mirtha Legeand. Pero lo que eligieron contar los directores Juan Irigoyen y Cristian Jure es la otra historia: La salida de la cárcel después de seis años de prisión y el desafío del cantante que se manifiesta totalmente recuperado de su adicción a las drogas, a recuperar lo que perdió. Es decir, la fama, el respeto de la gente, su profesión, su banda. Y el protagonista se muestra en distintos ámbitos, el carcelario, la primera vez con sus músicos en libertad, los testimonios de sus padres, partes de programas dedicados a el. Pero también, para exorcizar demonios se atreve a dramatizar momentos de robos y de locura que lo llevaron a perder su libertad, a enloquecer con la fama, a perderse en sus adicciones. Un muy interesante trabajo.
Los directores Juan Irigoyen y Cristian Jure son los responsables de llevar a la pantalla grande el retrato de uno de los cantantes más carismáticos y convocantes que la movida tropical supo tener El Pepo. Así “Pepo: la última oportunidad” (2017) se presenta como un breve recorrido por los últimos años de quien supiera, originalmente, liderar “Los Gedientos del rock” y que luego en solitario sorprendió a las audiencias con un estilo desprejuiciado y directo. Desde el back de la grabación de un disco, de un show, de un programa emblemático de televisión, o lo que se registre, se posibilita una configuración cuasi directa sobre el músico y su entorno. Desde el recuerdo de “Los gedientos…” , formación, imaginada por Pablo Lezcano como el reducto de resistencia que iba a configurar un estilo musical propio, se va desarrollando un relato que termina por interesarse más por el contexto que por el personaje del título. La cárcel, las drogas, el alcohol, los excesos, todos son visualizados como una parte esencial de la misma cara que por momentos se denuncia, y por momentos sólo se enumera sin contextualizarla. Rubén, el Pepo, sufre como cualquier ser humano, llora, se ríe, grita, se estimula con sus propias limitaciones para ir más allá en la construcción narrativa de un fenómeno casi inasible y volátil. Los directores por momentos se entusiasman con la figura, la enaltecen, la glorifican, pero por momentos también la humanizan y la terminan juzgando por sus falencias y por sus inexplicables actos. Uno de los hallazgos de “Pepo: la última oportunidad” es la capacidad para sorprender al espectador, con, por ejemplo, la recreación de situaciones de la vida del músico, como las disputas con su ex pareja ante la explosión de los celos. Esos fragmentos, que rompen con el verosímil del documental, pero que suman desde la “recreación”, van desplazando la mirada hacia un costado muchísimo más humano que el de las decisiones asociadas a la descripción. El film dialoga, inevitablemente con “Alta Cumbia”, film realizado en solitario por Jure, que repasaba los últimos años de la movida “tropical” y en donde ya se dotaba al Pepo de un lugar predominante en la escena local. Irregular en algunos planteos y decisiones estilísticas, pero honesta y verdadera por donde se la mire, “Pepo: la última oportunidad” interpela más allá de la figura que representa, desde la inevitable realidad que golpea a los más vulnerables, quienes por más seguridad en la exposición y manejo con la fama, terminan cayendo en las redes del ocio y de la oscuridad a pesar de todo.
Figura popular y border, ídolo caído de la cumbia nacional, Ruben Castiñeiras, Pepo, se convierte en protagonista de su película, de su historia. Desde cerca, entre los suyos, en una intimidad llena de canciones y música, la película de Juan Irigoyen lo sigue y lo escucha, desde que sale de la cárcel para intentar recuperar su camino de regreso a los escenarios y los aplausos.
Pepo: la última oportunidad de Cristian Jure y Juan Irigoyen Luego de su paso por el Festival de Mar del Plata, llega a las salas Pepo: la última oportunidad, una película dirigida por Cristian Jure y Juan Irigoyen que narra la historia del excéntrico cantante de cumbia. Rubén Castiñeiras, mejor conocido como El Pepo, lideró Los Gedes, una de las bandas más importantes de cumbia de Argentina. Cuando estaba en uno de los puntos más altos de su carrera todo dio un giro (in)esperado: tras una condena de robo calificado, tuvo que pasar seis años en el penal de Ezeiza. Ahora, luego de su paso por la prisión y completamente rehabilitado de su adicción a las drogas, se anima a contar su historia de vida. Pepo: la última oportunidad inicia con la voz en off del cantante. Allí nos cuenta que ganó fama, plata y cariño. Pero que al final, perdió. También comenta que la vida da segundas oportunidades, y que él no es la excepción a esa regla. Luego de los seis años que tuvo que pasar encerrado se le volvió a presentar una chance: regresar a los escenarios. Y esta vez no la quiere desaprovechar. La película pasa por las diferentes etapas de su vida, tanto a nivel artístico como a nivel personal. Pepo: la última oportunidad cuenta los detalles de cómo se formaron Los Gedes, de cómo surgieron ciertas canciones y de algunos de sus conciertos más emblemáticos, pero también hace mucho foco en su vida íntima: su paso por el penal de Ezeiza, su adicción a las drogas, su rehabilitación y su relación con las mujeres. En este documental-ficción, Rubén Castiñeiras se ve actuando de El Pepo por primera vez en su vida. Haciéndole frente a sus miedos, se pone en la piel de aquella persona que fue pero que no quiere volver a ser. Asegura que hacer esto es hacerle frente a aquello que tanto lo atormentó. Rubén/Pepo interpreta los momentos más oscuros de su pasado, aquellos en los que sabe que tocó fondo. Pepo: la última oportunidad cuenta, en su mayor parte, el pasado del artista. Esto se hace desde un punto de vista actual, pero siempre mirando hacia el futuro. Él ya no se odia por su pasado, entiende que tiene que aceptarlo para poder progresar. Sólo se arrepiente de que su padre no lo haya podido ver en esta última faceta. Ahora, rehabilitado y en libertad, disfruta de sus dos grande amores: su madre y la cumbia.
ASCENSO, CAÍDA Y REDENCIÓN Bajo el tutelaje del cantante, compositor y productor Pablo Lescano, Rubén “Pepo” Castiñeiras, líder de Los Gedes, fue una de las figuras más relevantes de la cumbia villera, pero su carrera artística se vio opacada por problemas con el alcohol, las drogas y finalmente los vínculos con el delito, que lo terminaron llevando a la cárcel. Recién liberado -justo a tiempo para ver a su querido Racing salir campeón en 2014-, su mayor desafío será doble: volver a los escenarios con la misma energía que supo tener y mantenerse limpio, por el bien suyo y el de su familia. Lo que cuenta Pepo: la última oportunidad es la típica historia de ascenso, caída y redención, donde el foco está en el tercer aspecto. Precisamente cuando el documental de Juan Irigoyen y Christian Jure no se desvía de su propósito, consigue revelar con soltura a esa personalidad tan disparatada como atractiva que es la de Pepo, alternando algunos momentos conmovedores (la despedida del padre en el Cilindro) con otros francamente desopilantes (la entrevista en Crónica TV se lleva todas las palmas). Incluso, hasta funciona como carta de presentación de un mundo con códigos y reglas muy particulares como es el de la cumbia villera. Los problemas narrativos del film surgen con las referencias al pasado que Pepo intenta dejar atrás, en un regodeo innecesario. También se podría decir que falta un análisis más profundo sobre los dilemas y contradicciones del protagonista, con lo que se pierde la oportunidad de complejizarlo. Aún así, Pepo: la última oportunidad, casi sin querer, muestra cómo en su figura central conviven lo ficcional con lo natural, el gesto con la más absoluta transparencia, con el cine agrietando las divisiones entre las dos caras de una misma moneda.