Si el título le suena, es porque se trata de la remake española de la película italiana del mismo título. La premisa es la misma: grupo de amigos que deja el celular ahí, a la vista y hace públicos todos sus mensajes y conversaciones, lo que lleva indefectiblemente al desastre. De la Iglesia tiene ese genio cómico que no abunda y sabe cómo y dónde sacarle el jugo de la risa a las situaciones, y también cómo llegar al grotesco -casi monstruoso- a partir de seguir la lógica de las relaciones cotidianas. Aquí el problema consiste en que el mecanismo se torna demasiado evidente, y que en algunos casos se nota la sobreactuación forzada como intento para causar risa. Sin embargo, como la original, la película funciona como retrato de una generación y un preciso contexto social. Lo mejor es, y no está de más repetirlo, cómo el realizador logra inyectar el humor “a lo bestia” español, ese que viene del esperpento y que encumbró el gran Miguel Gila. Por que sí, algo hay del “que se ponga”.