La primera remake de Alex de la Iglesia (el original, film italiano que se estrenó aquí el año pasado) le dio, en su país, las alegrías de un gran éxito de taquilla. Esperable por la presencia de un grupo de actores notables y populares jugando al juego peligroso que jugaban los intérpretes de aquella película, dirigida por Paolo Genovese: compartir con los demás, a lo largo de una cena, el contenido de todos los mensajes que lleguen a sus teléfonos celulares. Primero, como truco para repeler el aburrimiento, según se plantea ("que pase algo"), pero a medida que la cosa avanza, cada vez con más morbo y conflicto. Contra la teatralidad estática del material (un grupo de gente sentada alrededor de una mesa o mirando el cielo en una terraza), el director de El día de la Bestia ofrece un manejo de la cámara y un dinamismo en la edición que quieren seguir el ritmo de los diálogos picados. Pero sus muy buenos actores tampoco pueden hacer milagros frente a las limitaciones de personajes que no son lo que parecen sino todo lo contrario, en un espiral caprichoso, ya presente en el original, que va restando verosimilitud a la situación toda. Como le viene pasando en sus últimas películas, lo que arranca como una comedia fresca y picante, que promete diversión segura, se va desgastando hasta la exasperación. Habrá que ver si, con estos reparos, el combo que parece tan irresistible -redes sociales, teléfonos, secretos y mentiras- vuelve a funcionar aquí tan bien como allá.