Perfectos desconocidos (2018)

Crítica de Rosana López - Fancinema

COPIA UNIVERSAL

¿Con qué necesidad sale a la luz esta remake de la comedia italiana de Paolo Genovese a un año de su estreno, y bajo el pulso poco sólido y creativamente pobre de Alex de la Iglesia? El español viene en picada con su filmografía: ¿estamos una película por encargo?

A veces no existe respuesta para tamaño despropósitos, pero aquí tenemos Perfectos desconocidos versión española que también -como su antecesora- deambula entre la comedia y el drama con crítica social al uso de las redes sociales y su dependencia, pero sin la gracia u originalidad que tal vez sostiene la serie Black Mirror. También se pone en tela de juicio la fidelidad, la homofobia, las fantasías sexuales y la sinceridad ante todo entre un grupo de siete amigos adultos, seis de ellos parejas entre sí que parecían ser honestos y conocerse con el paso de los años pero parece que sus dispositivos móviles dicen todo lo contrario. Y esto es porque para hacer una cena más entretenida donde afuera está por comenzar un eclipse lunar, se propone un juego muy poco inocente donde todos dejan sus celulares al conocimiento público.

No podemos decir que Alex de la Iglesia maneje bien el suspenso en esta ocasión porque gran parte del relato es calcado a su original, aunque la dinámica de la narración se mantiene a partir del montaje. Dinamismo interesante, ya que las escenas se limitan entre un comedor, el living y el balcón de un mismo departamento. Eso sí, salvo por un final al que se llega con una narración desinflada y molesta, especialmente en los últimos minutos donde se propone un viraje a lo fantástico y estúpido como para sentar cierto sello de autor. En ese sentido, la original era más correcta en volcarse a lo agridulce.

Decíamos que no existe mucho riesgo en esta adaptación, que había cosechado seguidores del film anterior. Tal vez De la Iglesia incluye un aire a comedia costumbrista española, pero que en esta oportunidad hace cosquillas y carece de diversión. En fin, Perfectos desconocidos promete cuando sus personajes comienzan a recibir un cúmulo de mensajes incómodos que tratan de sortear, y hasta de intercambiar sus celulares para cubrir ciertos “chanchullos”. Pero más allá de ese arranque efectivo la película termina aburriendo por reiteración y además porque cansa que estos amigos que se confiaban secretos terminen siendo sólo seres despreciables, avaros e irrespetuosos donde nadie parece estar a salvo. En este contexto, la actuación más realista es la del personaje machista y violento de Ernesto Alterio, que se lleva todos los elogios como ese reverendo mal nacido. Y la mejor actuación y más destacada, porque Belén Rueda como perfecta anfitriona vino sólo a poner su tarjetita de presentación y no más que eso, mientras que Pepón Nieto -un favorito de De la Iglesia- funciona en su rol tragicómico pero está muy limitado por la historia. Los demás, casi prescindibles.

Perfectos desconocidos es una copia idéntica en otra lengua. Una pieza innecesaria que le hace mucho mal a la trayectoria del director español y a las cenas entre amigos.