Si uno analiza gran parte de los films argentinos que están llegando a nuestra cartelera en los últimos meses, en un año con gran presencia de títulos locales, una rápida conclusión sería decir que para asegurarse un éxito (por lo menos en lo artístico) con bajo presupuesto la mejor idea es hacer una road movie.
Películas de camino, cámara en mano, escenarios abiertos que permiten captar belleza, una historia que dispare el viaje, y personajes queribles; resultados sencillos pero que, se sabe, llegan tanto a la crítica como al espectador animado; por nombrar un título Road July es un ejemplo claro y de fórmula.
Sin embargo, hay películas que aún dentro de los márgenes establecidos ofrecen algo más, crean un micromundo particular, algo que las destaca y las diferencia, y Pies en la Tierra es el caso, ¿Por qué? ¿Cómo se destaca? En realidad ambicionando en apariencia menos que el resto.
Luego de dos cortos, el cordobés Mario Pedernera debuta con una ópera prima cuya premisa fundamental parece ser, hacer las cosas lo más simple posible, tomar el género de Road Movie y despojarlo de todo hasta que solo quede eso, Road, camino, un personaje central, y un par circunstanciales.
Es imposible no recordar aquella obra maestra de David Lynch, epítome de la Road Movie despojada Una Historia Sencilla al ver Pies en la Tierra, uno puede presuponer que Pedernera tomó esta obra como inspiración y cierto es que los resultados son lo más similar posible a aquella. Estamos en la historia de Juan (Francisco Cataldi) un hombre joven que ve el mundo desde una silla de ruedas, temeroso del mundo exterior, vive para su pescaderia rutera.
Sin proponérselo el destino lo llama con el fallecimiento de su madre, y ahí toma una importante decisión, ir a visitar a una ahijada. Todo queda atrás, como si se tratase de un renacer, de un nuevo comienzo, Juan da rueda a la ruta y en el trayecto se cruzará con personajes de toda clase que influirán sobre él de manera diversa para que este hombre conozca el mundo... o ese pedazo de camino que simboliza al mundo.
Conviene, en una historia tan directa como esta, no adelantar nada, no hablar de los personajes, porque los mismos no guardan secretos, son tal cual se los ve, y ahí está su magia, y lo mejor es descubrirlos en su momento, lograr el entre inmediato con el espectador. La simpleza de la historia se traslada a los otros rubros del film, el ritmo es el de la pausa, la tranquilidad de quien gusta reposar y no tiene apuro, no hay acá lugar para el vértigo.
Tampoco habrá espacio para el golpe bajo ramplón, sí para la ternura y la emoción bien conseguida, sin engaños. Lo mismo sucede en la fotografía y en la edición, sin ser totalmente paisajista, transmite paz, serenidad, con tonos ocres que acrecentan el sentido campestre. La sólida interpretación de Cataldi que desde el momento se compra la película es acompañada por actores locales, de perfil más bien bajo, pero todos muy convincentes y en definitiva también queribles.
Es lógico que dentro del grupo destaque la criatura compuesta por Carlos Belloso, por experiencia y confianza frente a las cámaras, sus momentos quizás sean los más disfrutables sin desmerecer al resto. Pies en la Tierra es lo más parecido a pasar un día de campo, pero de campo en serio, al costado de una ruta perdida y escuchando solo el silencio del paisaje, la magia que hay en esos momentos es lo que hace especial esta prometedora película.