Cómo contar una historia con sencilla emoción
De las varias películas del interior que están apareciendo, alentadas por el Incaa a través de sucesivos concursos y talleres, ésta es una de las que valen la pena. Cierto que tiene sus imperfecciones y ganaría con un buen pulido, pero por encima de eso tiene una historia sensible, un protagonista digno de atención (Francisco Cataldi, premio Sagai al mejor actor de la sección nacional en Mar del Plata 2012), buen elenco de no-profesionales (el único actor profesional es Carlos Belloso, que aparece como un músico divertido, muy entrador), una serie de personajes y situaciones agradables, precisa pintura del ambiente en que la historia transcurre, y tiene, sobre todo, una particular y sencilla emoción.
La historia es simple. Un hombre joven, lisiado, sumido en sus tristezas, vende la pesca del día al costado de la ruta provincial, en alguna isla del Ibicuy. La vida en esos lugares tiene sus partes lindas y feas, pero trasladarse por ahí en silla de ruedas siempre es un problema. Solitario ante la muerte de su madre, el muchacho recibe de pronto una carta de la prima, casi desde la otra punta de Entre Ríos. Es una invitación para la primera comunión de la ahijada. Ellas son las únicas parientas que le quedan. Pocos días después, tras discutirlo consigo mismo, nuestro héroe ha decidido salir de su cueva y está de viaje con su perro, no importa cuántos kilómetros sean. Va en silla de ruedas.
Algunos asociarán "Pies en la tierra" con "Una historia sencilla", de David Lynch, donde un viejo va en cortadora de pasto a ver a su hermano. O con la española "El Rayo", de Fran Araujo y Ernesto de Nova, donde un inmigrante marroquí vuelve a su pueblo manejando el tractor de segunda mano que se compró y con el que piensa ganarse la vida de ahora en más. Pero uno es un viejo testarudo, y el marroquí se las está ingeniando para trasladar su nueva herramienta de trabajo. En cambio para este tipo la silla es su medio obligatorio de transporte. Está forzado a usarla de por vida, y ésa es una gran diferencia. Aparte, los otros vehículos levantan aunque sea 20 kilómetros por hora, y no hay que hacer fuerza en los cuesta arriba.
Por ahí va la historia, pequeña, sentida, hecha de sucesivos episodios por el camino, linda gente y buena música de Carlos Páez. Autor, el debutante Mario Pedernera, natural de Villa María, Córdoba. Lo dicho, vale la pena.