Provocativa comedia con filosos diálogos sobre los dilemas de la maternidad / paternidad moderna
Esta ópera prima de la reconocida actriz y guionista Jennifer Westfeldt aborda en clave de comedia (al menos en su primera parte) y en sus múltiples matices el tema de la paternidad/maternidad.
A mitad de camino entre la acidez de cierto cine independiente norteamericano y el desenfado de la sitcom televisiva, Plan perfecto apuesta al imperio del diálogo, por momentos inteligente y provocativo, casi siempre ingenioso, aunque también algo abrumador, agotador.
En este aspecto, es incuestionable la capacidad de Westfeldt para la escritura de cada una de las líneas y de sus posteriores remates, así como la de su dream team actoral (ella se reserva uno de los papeles protagónicos) a la hora de la dicción, la entonación y la convicción (siempre a la velocidad de la luz) de cada frase. En toda esta "ingeniería" verbal hay mucho de talento, de sólidos recursos interpretativos, pero también -a nivel autoral- bastante de regodeo y de ostentación.
El film narra la historia de tres parejas de amigos que viven entre Manhattan y Brooklyn. Ben y Missy (Jon Hamm, pareja de la directora en la vida real, y Kristen Wiig) son el ejemplo del matrimonio con la pasión menguante y el reproche creciente por el desgaste propio del paso del tiempo, mientras que Leslie y Alex (Maya Rudolph y Chris O'Dowd) son aquellos que pierden la simpatía y la gracia por los rigores de la crianza.
Como contracara aparecen Jason y Julie (Adam Scott y la propia Westfeldt), que son mejores amigos desde la universidad y vecinos del mismo edificio. Ya en sus treinta y pico, deciden tener un hijo juntos, pero sin mantener una relación afectiva "normal". En un principio, como indica el título en castellano, el plan es perfecto y, mientras comparten con responsabilidad y eficacia el cuidado de su bebe, inician sendos romances (él, con una seductora bailarina interpretada por Megan Fox; ella, con un sensible padre divorciado que encarna Edward Burns).
A estas alturas, el film ya empieza a manotear estereotipos y lugares comunes, extraña la audacia, el delirio de la reciente Damas en guerra (buena parte del elenco es el mismo) y abandona ya casi por completo la comedia para ponerse "emotiva" e "importante". No es una buena decisión porque deja de lado su costado más irónico para apelar a una resolución convencional y condescendiente. Una pena.