Sistema y mediocridad vs. ética y conciencia
Cristi es un joven policía que pasa días enteros persiguiendo a un adolescente, porque sospecha que vende drogas. Hay algunas evidencias de ello, como las colillas que quedan en los lugares públicos o sitios valdíos en los que el sospechoso se reúne a fumar con dos amigos más. Cristi las analiza, y algunas de ellas corresponden a sustancias tóxicas. Pero el policía no tiene certezas de nada y su conciencia no lo deja arrestar al chico, ya que si lo hace por error, el perjudicado pasaría los mejores años de su vida encerrado en la cárcel.
El film remite a lo que llaman algunos “realismo documental”; el director pone el interés en seguir, con pocas cámaras, al protagonista en sus largas caminatas por las calles (Cristi, en una muy buena representación de Dragos Bucur, quien protagonizara también La Muerte del Señor Lazarescu). Sin decorados ni iluminación que remita a ningún otro significado que el de la vida real, las tomas –larguísimas algunas- muestran el panorama de una ciudad fría, con habitantes de clase media y baja que luchan por sobrevivir día a día. Pocos actores y cortos diálogos van construyendo una realidad en la que prima un sistema mediocre con una administración burocrática cuyos empleados parecen estar muy solos, cada uno cumpliendo con su trabajo sin que a los demás les importe; solamente hay que seguir los reglamentos.
En una primera y superficial visión, la historia transcurre sin que pase nada; sin embargo, ese es el punto: parece que no pasara nada, pero mientras tanto Cristi lucha internamente por tomar la decisión correcta (arrestar o no al joven) y externamente, por convencer a sus superiores de que no es momento de tomar medidas drásticas porque no hay pruebas suficientes. Lo novedoso de Policía, Adjetivo reside en el climax, que ocurre casi al final durante una discusión lingüística en la que se debate no solamente el significado de las palabras (tales como conciencia, ley, policía, etc) sino también el poder de decisión de cada uno de los que la protagonizan (el policía y su superior, quien representa al sistema).
Además de la visible inacción en la que solamente se ve al protagonista caminando por las calles, el problema que presenta este film es el sonido, que en lugar de ir coordinado se adelanta a las imágenes. Por ello, entender qué dice quién se hace dificultoso; sobre todo si se tiene en cuenta que los actores no hablan un idioma familiar.