El dilema del deber ser
En Rumania por fumar un cigarrillo de marihuana pueden meterte preso por 3 años, ya que es uno de los pocos países de la órbita europea donde el consumo de drogas no está despenalizado. Tal vez esto sirva como explicación de la conducta poco institucional del protagonista de este segundo opus del realizador rumano Corneliu Porumboiu, Policia, Adjetivo, presentado en la última edición del Bafici y que ahora se estrena en dvd ampliado en algunos cines locales.
Como se anticipaba al comienzo de esta nota, Cristi es un policía a quien se le encarga la tarea de hacer un trabajo de inteligencia para seguir los pasos y actividades de un joven estudiante secundario que cometió el pecado de fumar marihuana al aire libre con un par de amigos. Investigación que, al entrar en las redes burocráticas de la propia institución policial y en los dilemas éticos que invaden la conciencia del protagonista, se va dilatando a niveles de inercia insoportables.
Esta densidad que se apodera de la trama subrepticiamente -a partir de un cúmulo de tiempos muertos- también contagia el espíritu de este antihéroe que a veces pasa desapercibido en un segundo plano permanente, que recuerda al personaje de Julio Chávez en El Custodio, de Rodrigo Moreno. Sin embargo, a diferencia de aquel custodio que en un momento determinado estallaba en cólera, el policía rumano implota sutilmente acopiando interrogantes y reflexiones que acentúan la brecha entre el ser y el deber ser.
El director de Bucarest 12:08 vuelve a cargar las tintas sobre las secuelas morales dejadas tras la caída del régimen de Nicolae Ceauþescu, apelando al humor desesperanzado en diálogos filosos o situaciones cotidianas y utilizando como puesta en escena la geografía urbana de una ciudad monótona y de construcciones descascaradas, para reflejar un estado de situación y de ánimo particulares.
Si bien la lentitud y densidad que atraviesan de manera constante el universo mínimo de Policía, adjetivo pueden jugarle en contra frente a un público poco paciente, resulta notable el juego de deconstrucción sobre el policial de investigación clásico que plantea el film, así como su fuerte carga ideológica y filosófica detrás.
Corneliu Porumboiu, con esta segunda radiografía sobre la Rumania actual, se convierte en uno de los directores jóvenes europeos con más proyección internacional y una prometedora carrera que por el momento cumple con creces frente a las expectativas generadas, cada vez que su nombre aparece en algún festival.