Perros perdidos en Pompeya
El debut solista de Tamae Garasteguy como directora (ya había coparticipado en la dirección del film UPA con reconocimiento de parte de la critica), no puede ser mas promisorio y sorprendente. Sabido es que incursionar en el cine de género no es tarea fácil y más aun cuando el desafío es adaptar el género de gangsters a la idiosincrasia argentina y en ambos casos Pompeya sale airosa de su fuerte apuesta.
Tamae Garasteguy encara el relato desde dos frentes: el primero de ellos la desmitificación del proceso creativo de un film. Mostrándonos los aspectos mas íntimos del mismo, desacralizándolo. Discusiones de producción, cerveza de por medio, en las cuales un guionista free lance Juan Garófalo y un director Samuel Goldszer darán forma a un mundo de hampa y gangster situado en el conurbano de la metrópolis capitalina (Pompeya es la ciudad natal de la directora).
El segundo el mundo que paralelamente va naciendo luego de cada trazo del guión en una gris ciudad dividida por la guerra entre mafias: por un lado la rusa y por otro la coreana, disputándose el territorio a conquistar. En ese ámbito Dylan, un matón a sueldo, se pondrá bajo las ordenes del capo mafia ruso y pronto se verá en medio de un fuego cruzado en el que su vida correrá peligro. Pero no estará solo en su vida delictiva sino que estará acompañado por su hermano sordomudo Timmy (objeto de debilidad del héroe), su cómplice Shadow y una femme fatale (un infaltable elemento del género).
Por otro lado ambas mafias medirán sus fuerzas en el campo de batalla del conurbano sin escatimar crueldad y sadismo en sus métodos. Y es aquí, tal vez, donde el film logrará las delicias del espectador amante de film del estilo de Quentin Tarantino, John Woo o Takeshi Kitano. Las escenas de violencia provenientes del accionar de la mafia coreana tienen la exacta mezcla de gusto estético y toques de sadismo que sólo un amante de los detalles puede lograr con un manejo del maquillaje y efectos especiales destacable para el cine argentino (en manos del Cez Navotka).
El elenco, con una interesante y cuidada dirección de actores (la mayoría de ellos provenientes del teatro under) cumple con los requerimientos que sus roles les imponen. Se destaca la actuación de Chang Sung Kim que le valiera una distinción en el Festival de Cine de Mar del Plata.
La osadía cinéfila de Tamae Garasteguy de mixturar el mundo de los gangster con el conurbano bonaerense, con referencias también a la narrativa de compadritos de Borges, logra engendrar un film arriesgado donde ficción y realidad se confrontan de una manera sorprendente brindándonos un film de un nivel pocas veces visto en el cine argentino.