Gángsters en Buenos Aires
El debut de Tamae Garateguy como realizadora fue colectivo. El filme Upa! Una película argentina , que dirigió con Santiago Giralt y Camila Toker, funcionó como una notable broma al llamado Nuevo Cine Argentino (de hecho, su título aludía al prejuicio de los espectadores ante aquella corriente de filmes nacionales de autor). En Pompeya , la directora -que ya terminó su opus 3, Mujer lobo - mantiene el tono y la esencia de su opera prima y, además, se suma a una tendencia que viene creciendo: podríamos llamarla algo así como nuevo cine argentino de género.
La trama de Pompeya apela, como la de Upa! , al cine dentro del cine. Por un lado, vemos a tres muchachos armando el guión de una película de gángsters ambientada en Pompeya (uno quiere darle mayor vuelo intelectual al libro; los otros prefieren ir directamente al género). Por otro lado, vemos secuencias de acción, furia y sangre: el filme que ellos están escribiendo convertido en realidad o, mejor dicho, en ficción. En algún momento ambas historias van a tocarse: después de todo, Garateguy muestra que el universo de los cinéfilos puede llegar a ser tan salvaje como el de los pandilleros. Otra similitud con Upa! ...
La directora exhibe talento para las escenas de acción: violentas, intensas, por momentos gore , en las que se enfrentan miembros de la mafia rusa, de la coreana y un grupo de muchachos marginales del sur Buenos Aires. Los interiores, que podrían pertenecer a cualquier película de mafiosos, alternan con exteriores en los que vemos calles de Pompeya, camisetas de Huracán, frentes de clubes como Deportivo Riestra. En resumen: los arquetipos universales cobran otra dimensión al fusionarse con la identidad local.
La ferocidad extrema de esta parte “policial” -con más acción que tensión; con toques de humor en medio de la ultraviolencia: a lo Tarantino, o al estilo asiático- queda mitigada, deliberadamente, por las secuencias de las internas de los tres creadores de esa trama. En ambos casos, Garateguy prefiere trabajar con cámara en mano, cambiando frenéticamente los encuadres, optando por una fragmentación a veces desordenada.
Tras el auge de un cine de observación, el cine género va ganando mayor espacio entre los jóvenes realizadores argentinos. Ni mejor ni peor: en ambos casos, se harán buenas y malas películas. Todo indica que con Garateguy, premiada por Upa! en el BAFICI 2007, y por Pompeya en Mar del Plata 2010, veremos de las primeras.