Todos los colegas habían hablado bien de "Pompeya". Nos pasamos de la función de prensa y fuimos a sala (lo cual nos permitió percibir algunas cosas que después contaremos) a comprobar sus valores "in situ". La verdad, nos sorprendió. Tuvo que pasar mucho tiempo para estar en presencia de una película nacional que nos sacuda, fuerte, con violencia extrema (y toques de "gore"), enmarcada dentro de otro relato, lo cual la hacen particularmente singular.
Un director y un guionista discuten sobre la dirección de un libro que están preparando para un film. Tenemos al que intenta reversionar algún clásico, el que piensa que hay que apostar a lo comercial y un tercero que es un aprendiz, tratando de hacer sus primeros pasos. Discuten sobre personajes, tramas y enfoques y eso mismo, comienza a desarrollarse frente a los ojos del espectador. Lo que tenemos, es entonces una propuesta donde partimos de un grupo de marginales, en el medio de una guerra declarada entre coreanos y rusos, en los bajos fondos de Pompeya.
La historia alterna secuencias del encuadre, que señalan las discusiones que orientan las acciones que los personajes viven, con la trama policial en sí, en la cual hay una interesante multiplicadad de criminales de diverso rango, cuya principal ocupación es lastimar, disparar, estafar. No es una peli al estilo de Kitano, To ni Guy Ritchie pero... tiene lo suyo.
Hay suficiente acción y tensión para que el espectador corriente se sumerja en la propuesta sin mayores dificultades. Si bien al principio, uno no le saca "la ficha" a "Pompeya", con el correr de los minutos, la cuestión se pone interesante y nos subimos a los vericuentos y recorridos de Dylan (José Luciano González) y todos sus amigos y enemigos, quienes se van masacrando por tandas, de manera bastante particular. Pero eso no es todo. Hay vueltas de tuerca en los dos niveles (el encuadre y en la trama mafiosa en sí) y el film se va tiñiendo de un rojo que le queda, bien, sin dudas.
Opera prima (en realidad, segundo trabajo- "Upa! Una película nacional" fue la primera), esta vez en solitario de Tamae Garateguy y la verdad, queremos más. Gran trabajo que todos deberíamos ver. Advertencia: en sala, muchas personas mayores se retiraban promediando la función, ir convencidos de que van a presenciar un film fuerte y quizás más subido de tono en cuanto a violencia que lo que nuestro cine habitualmente trae.