Un caso real que daba para thriller político
Colombia, 12 de septiembre de 2005. En pleno vuelo, un joven y su padre secuestran un avión con 25 pasajeros. La noticia trasciende por un hecho harto curioso: el padre es un discapacitado en silla de ruedas, y oculta dos granadas entre sus pañales. Tiene un motivo: quiere que el presidente escuche su reclamo de indemnización, ya que está así a causa de un confuso tiroteo policial. Hace años que está así, y encima la burocracia lo ningunea.
Esta película muestra al protagonista del hecho y su familia, representando sus vidas ante la cámara. No es exactamente un documental, ni enteramente una ficción. Es un híbrido. Por cierto, su historia permitiría hacer un film de suspenso, grotesco y denuncia política. Pero el director Alfredo Landes («Cocalero») ha preferido centrarse en un costado menos atractivo, más concreto y realista: el día a día de ese hombre, el trabajo de buscavidas desplazándose por calles irregulares, la humillación de depender de los demás para bañarse y cosas peores. Para que nos pongamos en su lugar, pone la cámara a la altura de un lisiado en su silla. Así comprenderemos su infierno y purgatorio, y su indignada rebeldía ante la indiferencia de los empleados públicos. Por suerte, el propio lisiado también nos brinda momentos graciosos, ejemplos de fortaleza, y hasta una escena sexual con su esposa, aunque el momento no tiene nada de erótico. Parecen dos muñequitos de Botero.
Ah, ¿logró al fin la indemnización que reclamaba? No, pero le dieron ocho años de arresto domiciliario.