IDEAS REMANIDAS
Los documentales suelen portarse muchas veces como tesis de investigación, donde los realizadores se comportan como científicos que enuncian una hipótesis previa a la cual luego salen a comprobar para ver cuánto de verdad hay en lo que dicen. Claro que eso requiere de un método de comprobación, variables a las cuales seguir que funcionen como herramientas de testeo. El problema puede surgir principalmente por dos vertientes: que el método no esté bien configurado o que ese método se quiera forzar para avalar la hipótesis, cueste lo que cueste, aun cuando la realidad no arroja las respuestas esperadas. En Proyecto 55 se ven inconvenientes desde ambas vías.
El film de Miguel Colombo parte de un sueño pesadillesco del realizador, que es también una idea, ya que le permite pensar el bombardeo a Buenos Aires de 1955 –en un intento de golpe fallido contra el entonces Presidente Juan Domingo Perón- como trampolín para delinear un ensayo sobre la violencia, donde también se citan episodios de las guerras mundiales, Vietnam y los enfrentamientos políticos en territorio argentino. La intención de hilvanar una investigación/reflexión que encuentre puntos de encuentro entre eventos aparentemente disímiles es totalmente válida e incluso interesante. Pero claro, esos cruces no pueden ser puramente arbitrarios, aun cuando recurran a herramientas oníricas y experimentales.
Y lo cierto es que Proyecto 55 rara vez se muestra criteriosa para unir sus elucubraciones y sustentar su mirada, como si solo le interesara enumerar víctimas y victimarios, y no describir apropiadamente los procesos que los incluyen. De hecho, solo consulta con las fuentes que le convienen para avalar su argumentación, en vez de contraponer fuentes; une eventos y saca conclusiones al respecto que rara vez salen de lo arbitrario; y hasta formula preguntas –por ejemplo, sobre la lucha armada contra los gobiernos dictatoriales en la Argentina- que luego son dejadas de lado. Hay una sensación constante en todo el entramado narrativo que se podría asociar con la frase “el que mucho abarca, poco aprieta”, pero también de una necesidad casi imperiosa de confirmar el juicio previo, sin que importen realmente las formas.
Si el documental argentino político viene encontrando en los últimos años notorias dificultades para salir de los diagnósticos apresurados y las conclusiones facilistas, Proyecto 55, a pesar de su mixtura de imágenes casi aleatorias y su puesta en escena de lo íntimo, no sale de ese brete. Es apenas un experimento fallido, que se pretende innovador pero rara vez sale del sentido común y que no llega a problematizar verdaderamente su temática.