Un adolescente (lindo, inteligente, exitoso) muere en un absurdo accidente automovilístico. Su novia (Mulligan) sobrevive y, al poco tiempo, aparece en la casa de los destruidos padres y de su hermano pidiendo refugio e informando que está embarazada. El padre de la futura beba, claro, es el muchacho fallecido. La madre (Sarandon) está indignada con ella y confundida por el dolor de la pérdida. El papá (Brosnan), en cambio, es bastante más comprensivo con la recién llegada, aunque no puede expresar su dolor. Poco a poco, las heridas se irán cerrando y la culpa dejará lugar a la posibilidad de la reconciliación y el amor. Más allá de los esfuerzos del buen elenco protagónico, se trata de una historia bastante torpe y elemental, de esas que abundan en "el telefilm de la semana". Igual, sin dudas, habrá quienes se emocionen con este tearjerker. No es mi caso.