Como un subibaja emocional
Todo drama que se precie de tal –al menos dentro de una estructura narrativa convencional- presenta una situación desencadenante determinada. De cuán verosímil sea depende muchas veces que uno compre o no el producto. Prueba de amor lucha denodadamente para hacernos olvidar lo que debe ser una de las situaciones desencadenantes más idiotas que recordemos. Y desde luego, fracasa en el intento. En concreto, hablamos del accidente en el que muere Bennett (Aaron Johnson), el hijo mayor de Allen (Pierce Brosnan) y Grace (Susan Sarandon). El muchacho está tan eufórico por su recién formalizada relación con Rose (Carey Mulligan) que estaciona el coche en el medio de la ruta para hacerle una confesión a su novia en el peor de los escenarios posibles. Flaco, ¡es obvio que te van a atropellar! En la vida se hacen tonteras sin necesidad de justificarlas. En el cine, en cambio, es necesario tomar ciertos recaudos porque hay algunas cosas de las que no se vuelve…
Rose sobrevive al estupidicidio de Bennett y algún tiempo después decide solicitar la ayuda de los padres del muchacho dado que con apenas 18 años se encuentra embarazada y sola. Aquí empieza a desarrollarse el núcleo de la historia con Rose integrándose a duras penas a esta familia disfuncional como pocas. Allen es incapaz de canalizar su dolor y se concentra en su trabajo de profesor de matemáticas; Grace está más loca que un plumero (no se sabe si por la desaparición del hijo o si ya era una causa perdida desde antes) y su vida transcurre entre el llanto desconsolado y una investigación cuasi detectivesca sobre lo que ocurrió durante los diecisiete minutos que el chico se mantuvo con vida luego del siniestro. Lo más insólito es la guardia que mantiene en el cuarto de hospital del conductor del vehículo que propició de manera involuntaria la tragedia, quien se encuentra en un coma profundo. En este rol y con sólo una escena de diálogo se luce el siempre inquietante Michael Shannon. El personaje restante de importancia es Ryan (Johnny Simmons), el hijo menor del matrimonio, que se debate entre sus problemas con las drogas y la culpa por razones que no mencionaremos aquí. Grace rechaza a Rose mientras que Allen y Ryan la aceptan rápidamente. Juntos atravesarán la etapa del luto, intentando resignarse a la pérdida del ser querido y preparándose para recibir una nueva vida con las fuerzas que les quedan. Y eso es todo.
La autora y directora debutante Shana Feste escribió el guión de Prueba de amor mientras trabajaba de babysitter en el tiempo récord de tres semanas. Le salió rápido pero no redondo. Y al igual que su segundo opus Country strong –que de acuerdo a la información que manejamos no se estrenaría comercialmente en la Argentina- se la rescata más que nada por el excelente nivel de sus actores. Los conflictos con los que construyeron sus respectivos papeles son universales y cercanos al común de la gente. La película no es original pero en sus propios términos funciona. Feste tuvo la suerte de poder contar con el apoyo de Pierce Brosnan (también productor ejecutivo) quien a su vez convenció a Susan Sarandon de aceptar un rol que en principio la actriz no quería por contener varias similitudes con los que interpretara en La vida continúa (Moonlight Mile, 2002) y La conspiración (In the Valley of Elah, 2007). Al compromiso de ambos se debe sumar la inteligencia de la expresivísima Carey Mulligan (vista hace poco en Nunca me abandones, un melodrama muy superior) y la sinceridad de Johnny Simmons.
A no engañarse: no es lo mejor de ninguno de ellos pero con el oficio y la convicción transmitida alcanzan a sostener un relato que apunta todos sus cañones a la sensibilidad del público femenino. En el 99% de los casos una película con estas características termina confinada al mercado local de DVD. Habrá que ver si el voto de confianza que implica su exhibición encuentra un eco apropiado en un momento donde la atención del espectador se bifurca en dos sendas que casi nunca confluyen: el circuito comercial tradicional y los aportes independientes del BAFICI. Pese a su dignidad escasamente espectacular las posibilidades concretas de éxito se avizoran cuanto menos complicadas…