Prueba de amor es una película dirigida a un público especial.
Me refiero a los espectadores que no compran refrescos o pochochos en un cine, sino pañuelos para llorar.
Este es un melodrama meloso, de esos que buscan la lágrima fácil a cualquier costo.
La película remite un poco a Gente Corriente, que se llevó varios Oscars en 1980, tratando una temática similar, con la particularidad que no fue narrada con la inteligencia de Robert Redford, quien supo evitar los lugares comunes y realizó un film más honesto.
Acá también tenemos la historia de un matrimonio que atraviesa un duelo por la muerte de su hijo y de un día para el otro tiene que lidiar con la novia del chico fallecido que quedó en la calle y está embarazada.
Con esta premisa la directora Shana Feste presenta un collage de situaciones forzadas que buscan hacer emocionar al espectador de cualquier manera posible.
Carey Mulligan, quien también se destacó en el estreno de la semana pasada Nunca me olvides, es quien más sobresale por su trabajo, dentro de este elenco que por las figuras que tiene se hubiera esperado una mejor película.
Lo peor de todo es que ya vimos a Susan Sarandon en un rol idéntico en Moonlight Mile, hace unos años, que también se centraba en la relación de un matrimonio con el novio de su hija fallecida.
Al menos aquel film era mucho menos manipulador y tenía una gran banda de sonido.
Prueba de amor, en cambio, es un bodrio difícil de soportar si no sos seguidor de las telenovelas de Thalía.