El dolor rompe el tiempo
En su libro Antes del fin, Ernesto Sábato escribe un capítulo dedicado a la muerte de su hijo, Jorge Federico Sábato, titulado -al igual que esta critica- El dolor rompe el tiempo. Allí don Ernesto describe desgarradoramente y con talento, recuerdos, dolores, anécdotas sobre su hijo a modo de duelo literario. Además habla de cómo el dolor y la tragedia destruyen el paso subjetivo del tiempo, algo que todos sospechamos o hemos experimentado: el tiempo roto fluyendo discontinuo, excesivamente largo o desesperadamente corto. Hoy que ya no le tengo tanta simpatía a Sábato, todavía reconozco cómo aquellas páginas suyas me impactaron. Prueba de amor viene a hablarnos de lo mismo, pero de manera tosca y a veces ridícula.
Vamos por partes, en principio estamos ante la familia Brewer que perdió a uno de sus miembros, el hijo mayor Bennett Brewer (Aaron Johnson). Están atravesando ese duelo cuando aparece Rose (Carey Mulligan), la novia de Bennet, embarazada de tres meses, y allí comienza el conflicto. Así, sin la más minima originalidad, larga este film que hubiera sido más digno de estrenar en el canal Hallmark, pero que en la Argentina se estrena comercialmente, a pesar de ser de 2009, y al parecer sólo porque cuenta con Pierce Brosnan y la siempre rendidora Susan Sarandon, que interpretan a Allen Brewer y Grace Brewer, respectivamente.
Prueba de amor nada por una corriente de tedio casi todo el tiempo, son tantos los lugares comunes que la componen que no sólo es previsible, sino que carece de total interés. Shana Feste (directora y guionista) no es capaz de tensionar la historia y llevarla a algún lugar de potencia dramática. Están allí los personajes superficiales, con dos o tres conductas reconocibles, deambulando con su dolor y viviendo algunas arbitrariedades que propone la directora, que son como callejones sin salida para una historia tibia y de demasiada corrección política. Como si Feste se hubiera leído una pila de libros de autoayuda y equilibrio espiritual y nos viene a contar como es que una familia burguesa atraviesa o debe atravesar un dolor.
Y si la dirección televisiva y desapasionada de Feste no es suficiente, tenemos al reparto. Susan Sarandon en piloto automático haciendo todo lo que ya le sale por naturaleza, la madre destrozada en busca de respuestas está en su cara, y grita cuando debe gritar y llora desconsoladamente cuando debe llorar aunque no le importe a nadie; Jhonny Simmons quien hace de Ryan Brewer, el hermano menor, un poco adicto a no se sabe bien que droga, y por supuesto atormentado porque todos le prestan atención a su hermano muerto y no a él, que en el fondo también es bueno; es decir, personaje e interpretación sacado del depósito de “elementos de para dramas”. Mulligan compone a Rose como una especie de Juno MacGuff descafeinada. Es quien aporta cierta dulzura pero, como los demás, sólo deambula por ahí en la casa los Brewer. Pero quien está perdido en serio con su interpretación es Brosnan, quien como Allen Brewer aparece con cara de extrañado y cansado durante todo el metraje, como si no supiera bien para dónde ir, como si de repente el agente 007 tuviera familia, y un hijo muriera y no supiera cómo afrontarlo.
Así las cosas, he podido leer por ahí que “Prueba de amor es una película para ese público que busca llorar y emocionarse en el cine” (¿?). Por mi parte sólo puedo decir que Prueba de amor no emociona, que ni sus golpes bajos alcanzan para hacer llorar, y aburre con su burocrática falta de garra.