Unidos por el drama y el dolor
Una pareja de jóvenes charla en un auto. De pronto la tragedia estalla. Así es el primer minuto de Prueba de amor, un profundo drama que narra el dolor de una familia cuando Bennett, el hijo mayor, muere en un accidente de auto. El matrimonio conformado por Allen y Grace (Pierce Brosnan y Susan Sarandon) y el hijo menor Ryan (Johnny Simmons) lidian con el duelo cada uno a su manera, pero todos atormentados por la ausencia de aquel hijo perfecto que todos adoraban. Cuando Rose (Carey Mulligan), una ocasional novia de Bennett, aparece en sus vidas para decirles que lleva en su vientre un hijo de Bennett, todos los conflictos que ya arrastran los personajes explotan. La película transita de una punta a la otra de su metraje una serie de momentos de gran intensidad y dramatismo. Pero a la vez, ese dramatismo, muy bien apuntalado por los grandes actores que la película tiene, no pasa en ningún momento por terrenos originales ni brilla tampoco en las decisiones formales ni narrativas. De hecho es muy fácil confundir este film de cine con aquellos telefilms actuales que, aun con grandes estrellas, se ven limitados por los condicionamientos estéticos del formato televisivo. Para aquellos que gustan de estos festines de lágrimas, la película sin duda cumplirá su cometido. Uno a uno los personajes realizarán su catarsis y el espectador, según se identifique más o menos con cada uno de ellos, podrá realizarla también. Y de verdad que los que amen llorar en el cine tendrán la oportunidad de ir con pañuelos y hacerlo durante gran parte de la trama. Por otro lado, algo de humor, en algunos momentos podrá dar un respiro, porque detrás de tanto drama y detrás del dolor sin alivio que significa la pérdida de un ser amado, la película se reserva un poco de luz y esperanza para aquellos que deben seguir juntos en la vida.