Punto de quiebre: Anarquistas en yates
La remake de Punto limite -1991-, de la directora Kathryn Bigelow es un espectacular capítulo de los X Games, por ESPN, que toma como pretexto una historia contada mucho mejor en la original que en este despropósito en 3D.
La memoria cinéfila –y no tanto- descansará en una serie de elementos de aquella interesante cruza entre la crítica solapada al materialismo encarnada en una banda de delincuentes surfers, que utilizaban máscaras de ex presidentes estadounidenses para sus atracos, con fines sociales detrás y la reivindicación de la amistad y el honor por sobre todas las cosas.
Tampoco quedarán olvidados el personaje de Utah, encarnado por Keanu Reeves y el líder de la banda en la que se infiltra, Bodhi en la piel de Patrick Swayze, acompañados de la playa, el sol, las olas y el viento (faltaba Donald, su guitarrita y cartón lleno).
La sustancial diferencia entre aquella original y la que hoy pretende alcanzar el status de “remake”, obedece al contexto y a la manera de entender el cine de acción. No tiene nada que ver la espectacularidad y el exceso de la tecnología con el concepto de acción; las malas películas son aquellas que traicionan constantemente al cine y esta no es la excepción a la regla, a pesar de alguna secuencia esmerada y bien resuelta. Los personajes dan pena, no por el aspecto dramático sino por lo vergonzoso. Anarquistas financiados por un magnate árabe despiertan la curiosidad de un muchacho con aspiraciones a purgar su dolor del lado correcto de la ley.
Por supuesto, ese contraste es el que se maneja durante todo el film y que no redime el concepto de Robin Hood de estos atletas extremos que roban para el pueblo, pero mezclan su mirada espiritual con el lujo de las fiestas en los yates o realizan proezas que requieren una logística financiera importante. No tiene gollete alguno presentar a esta banda ni tampoco sentido las hazañas que realizan más que el elemento visual que en pantalla grande cobra dimensiones importantes en relación a la pantalla chica de la televisión.
Así las cosas, escalar montañas, descender en snowboard o abalanzarse a los cielos emulando el vuelo de un pájaro no alcanzan para conformar una película, la parte y el todo no son compatibles, pero es lo que hay.