Naturaleza extrema
Era el año 1991 y se estrenaba a nivel mundial una de esas películas que se convertirían en un clásico moderno de nuestra televisión de fin de semana. Sin ser una maravilla del séptimo arte ni mucho menos, dejó una huella en nuestra memoria que hasta el día de hoy muchos aun seguro conservan. Por nuestras tierras se la conoció como Punto límite (Point Break) y se presentaba como la cuarta película de una prematura Kathryn Bigelow, quien más tarde se convertiría en la primera mujer en alzarse con un Oscar por Mejor Dirección con Vivir al límite (The Hurt Locker, 2008) y la cual también ganaría la estatuilla como Mejor Película del año.
Veinticinco años después de su estreno (hacer la cuenta me dio escalofríos) llega a las salas Punto de quiebre, una nueva versión de este cuasi clásico moderno que seguramente todos hemos visto hasta el hartazgo en su momento, y no solo vuelve con rostros frescos y nuevos, si no que suma esta vez un gran aliciente de espectacularidad con sus escenarios naturales y los maximiza gracias al 3D empleado para su proyección.
Parece que la historia quisiera en parte repetirse, dado que su director Ericson Core suma con este su segundo film en ese rol. Un caso mínimamente parecido al de Bigelow en su momento con la diferencia de que Ericson tiene ya toda una carrera hecha en Hollywood como director de fotografía en films como Rápido y furioso (The Fast and the Furious, 2001) y Daredevil (2003).
Siendo esta su segunda película termina sorprendiendo satisfactoriamente con los bellos planos de escenarios que recorren sus protagonistas, claro que esto es comprensible debido a que también se desempeña como director de fotografía para no perder la costumbre.
Las escenas de acción dejan de lado la violencia humana para dar lugar a la furia de la naturaleza que es finalmente la protagonista más importante y la cual se ve realzada gracias al 3D empleado para su visión, que aunque no es indispensable, consigue funcionar muy bien en las secuencias de deporte extremo.
Desde la parte actoral todos cumplen de forma correcta, sin grandes sorpresas ni nada que destacar, excepto un hecho curioso y totalmente anecdótico, y es que uno de sus protagonistas, el actor Luke Bracey luce como un auténtico clon del recordado y ya fallecido Heath Ledger (y si no me creen, vean el trailer por favor).
Ahora, la verdadera pregunta que uno se hace al ver esta película es si realmente hacía falta hacer una remake de la cinta estrenada en 1991, y la respuesta es como en la mayoría de los últimos casos es no, no lo hace. Pero hay que destacar que esta nueva versión presenta un gran factor de belleza y hasta de cierta libertad espiritual a través de la ideología que persiguen los ¨delincuentes¨ de turno, la cual trasciende por demás a lo presentado en la versión original del film. Y por otro lado puedo asegurarles a los que disfruten de hacer deportes abiertos o extremos en general, que la película les va a saber llegar a las fibras sensibles que compartan actualmente con ellos.