Estrena en la plataforma de Cont.ar el documental ¡Que vivas 100 años!, dirigida por el realizador argentino Víctor Cruz, que sigue la cotidianeidad de diversas entrañables personalidades de la tercera edad a través de distintos paisajes y territorios: una madre de 109 años con sus hijos de 90, un piloto jubilado, un anciano junto a su inclaudicable caballo y una banda pop de abuelas japonesas.
Se trata de un registro documental rebosante de ternura y entereza que nos expone ante cámara la vida plena y -aún así- introspectiva de un grupo de centenarios que prefieren, genuinamente, no dejarse llevar por el prejuicio del ojo ajeno ante la vejez. No podemos hacer caso omiso al sinfín de presupuestos y sesgos cognitivos que nos invaden cuando se hace referencia a la vida en la tercera edad, como último paso antes de abandonar el mundo. Hablamos de un tópico que nos lleva al debate sobre los tabúes y las represiones instauradas acerca de lo que se puede y/o no se puede hablar sobre la ancianidad. Cruz lo exhibe, entre capas y matices que acaso coquetean con cierto aura ficcional desde su puesta en escena, en la entrañable representación de sus múltiples personajes: Pachito Villegas Fonseca, Adolfo Melis, Tomi Menaka, Antonio Cabbidu, Panchita Castillo, Sara Briceño Díaz, Denis García García, entre otros.
La apuesta de Cruz nos habla de la vejez como un tema universal, poniendo su mirada en la selva de Costa Rica (en un poblado llamado Nicoya), en Villagrande Strisaili en Italia y una isla del Japón (Kohama), recorriendo cada espacio con ambiciosa meticulosidad y delicadeza, con posicionamientos de cámara testimoniales y atentos que, sin embargo, se permiten invadir cuidadosamente los entornos cotidianos de los protagonistas; y detenerse en sus miradas y en sus rostros en primeros planos sostenidos.
El documental se divide y se compone, sagazmente, de varias partes que nos definen un marco contextual determinado y diferenciado (tres continentes distintos), pero que confluyen en ese eje temático global que es la expresión de la vitalidad enérgica y vivificante de sus protagonistas. Lo más significativo, más allá de la puesta en cámara y de la exposición de esos espacios (exteriores, vastos y naturales en su gran mayoría), recae en los testimonios profusos, honestos y espontáneos de Panchita, Haru Yamashiro y los demás. Las reflexiones que estas cálidas personas ofrecen no son tan obvias ni previsibles como, anclados a nuestros preceptos sobre la gente mayor, podríamos llegar a esperar. Se habla del amor y de la familia, desde luego, pero también de la religión y de la inmortalidad, de la afección y de la abyección. La mirada de Víctor Cruz se encarna implícitamente en la labor entusiasta y desinteresada de personajes como Denis (el policía de Nicoya), que transmite alegría y complicidad.
Si bien la determinación final del documental es feliz, hay algo en su estructuración formal (compuesta por planos estáticos y extensos que tienden a la idea de la suspensión temporal) que nos lleva a pensar en la melancolía, en el dramatismo y en la irremediable necesidad de una urgente reflexión. Porque en ¡Que vivas 100 años! no todo es pureza y romanticidad: también hay sombras que invitan a la interpelación del espectador, a una apertura hacia la reflexión y la discusión de estos temas o problemáticas que habitualmente desatendemos e ignoramos (presos de un egoísmo consabido) cuando pensamos en los adultos mayores y sus deseos, sueños y motivaciones.
¡Que vivas 100 años! se puede ver a partir de este jueves en la plataforma Cont.ar y el domingo, a partir de las 22, en la Televisión Pública.