A la vejez, sonrisas
Mezcla de documental con ficción, el opus de Víctor Cruz (Boxing Club) apunta a un retrato de la vejez despojado de solemnidad y dispuesto a mostrar aquello que alimenta la vitalidad de sus retratados. El verdadero hallazgo de Cruz y equipo es haber encontrado en distintos rincones del mundo (Costa Rica, Italia, Japón) personas de un promedio de edad mayor a 90 años.
Todos ellos, algunos con achaques de la vejez, responden a un denominador común: las ganas de seguir viviendo pero de forma activa. Es por ese motivo que el cuerpo y el espíritu se amalgaman en estos ejemplos que la cámara acompaña.
Ya desde Boxing Club (2012), el realizador había demostrado una mirada no convencional del entorno y de los protagonistas, con el foco en la voz de cada uno de ellos. Y en esta ocasión, la idea prevalece para encontrar un tono ameno en los episodios como por ejemplo el del hombre que se sube a un aeroplano, sobrevuela esa Italia pequeña pero grande con la sonrisa de un niño, acompañado por la canción Volare interpretada por Domenico Modugno.
La sorpresa llega del lado oriental, más precisamente desde Okinawa (Japón) y como cierre fusiona lo analógico con lo digital al encontrar en un coro de ancianas una revelación para las redes sociales, las giras por escuelas y teatros y selfies que explotaron en millares de seguidores y likes. La coreografía, la simpatía de cada una de las involucradas, transmite esas ganas comentadas al principio de esta nota y demuestra que las edades se viven diferente cuando existen voluntades que superan los prejuicios de la cultura y de la chatura de las generaciones de los millennials.