La venganza es lo último que se pierde
Tres humillados empleados traman un plan...
Extraños en un tren (también conocida como Pacto siniestro ), una de las mejores películas del genial Alfred Hitchcock, tenía como eje central de su trama un intercambio de asesinatos entre dos hombres. En tono de comedia, Quiero matar a mi jefe intenta llevar esta idea a tres personas (amigos entre sí, pequeño problema) y con un objetivo común que está claramente expresado en el título del filme. Los resultados no son ni por lejos los hitchcockianos, pero alcanza para pasar un rato más o menos divertido.Los Estados Unidos post crisis parecen dar tela para nuevas tramas, como se vio también en la reciente Larry Crowne . Aquí está Nick (Jason Bateman), el sacrificado oficinista al que su insoportable jefe (Kevin Spacey) lo hace correr de acá para allá sólo para finalmente negarle su esperado ascenso. Kurt (Jason Sudeikis) vive una situación idílica ya que en la fábrica en la que trabaja tiene una excelente relación con su jefe (Donald Sutherland) quien... muere en la primera escena del filme. A cargo del negocio queda su hijo (Colin Farrell, irreconocible), un cocainómano, desaforado e insoportable personaje que no tolera ni es tolerado por Kurt.El que tiene el menor de los problemas es Dale (Charlie Day). Muy enamorado de su futura esposa, este asistente dental es permanente y agresivamente acosado por la ninfómana dentista para la que trabaja, la Dra. Julia, interpretada magistralmente por Jennifer Aniston en uno de los mejores papeles de su carrera. Los tres quieren contratar un asesino a sueldo (Jamie Foxx), que no es lo que se dice un talento en la materia.Y así, de las humillaciones laborales (la parte más graciosa de la película, la inicial) a las complicaciones de cumplir el no muy elaborado plan (la segunda mitad, algo desperdiciada en su potencial cómico) va pasando la película de Seth Gordon (director del gran documental The King of Kong y de varios episodios de series como Community y The Office ), en la que la crisis toca muy de cerca ya que ninguno de los tres se atreve, simplemente, a renunciar.Los que se llevan la mejor parte son los villanos, con Spacey sacando jugo a un empresario despiadado, Farrell divirtiéndose como si fuera el playboy más decadente del mundo y la ya citada Aniston, más sexy y vulgar de lo que estamos acostumbrados a verla. En un papel breve, Foxx prueba también que menos puede ser más cuando de comedia se trata.Si bien la premisa es demasiado exagerada, especialmente para estos tres medio ineptos amigos a mitad de camino entre Los tres chiflados y la banda de ¿Qué pasó ayer? , de a ratos funciona muy bien. Y, seguramente, muchos espectadores encontrarán motivos para identificarse. Salvo con el sacrificado asistente de Aniston, claro, un tipo definitivamente de otro planeta...