El director Sebastián Muro parte de una idea tomada como primigenio ejercicio académico, transformando la experiencia lúdica en un suceso revelador que contará una historia personal y, través de la cual, establecerá un diálogo paterno-filial en un tono íntimo que jamás antes se había materializado entre ambos. De esta forma, el relato de episodios cotidianos muta en un sanador saldo de cuenta pendientes entre ambos, y este retrato de intimidad en situaciones personales cobra un hondo matiz. El personaje de Rafa, en sus quehaceres diarios, otorga un sello de liviandad a semejante caudal emocional con su excéntrica personalidad, al tiempo que ciertos patrones familiares se nos revelan en esta radiografía cronológica que recurre a la digitalización del archivo genealógico, consistente de registros en fílmico, super 8 y VHS familiares. El cine, en su eterna quimera como motor de búsqueda identitaria y resignificando su naturaleza en la mirada autoral, se adivina aquí como puente para el vínculo indestructible que una al cineasta y su objeto de observación.