LA HISTORIA SE REPITE
Cuando no entendemos nuestro pasado quedamos trabados en el tiempo, y aunque todo avance una fuerza nos lleva hacia atrás. Rafa, su papá y yo realiza un recorrido a través de la historia de una familia marcada por vivir la ausencia de sus padres durante un determinado momento.
Sebastián Muro propone un documental sobre su familia. Explora las raíces de sus ancestros en búsqueda de respuestas para su propia vida. Sin embargo, este es un objetivo que al parecer no fue tan claro desde el comienzo. Todo empezó con un trabajo facultativo en el que tenía que elegir un personaje para hacer un film de unos 10 minutos. Luego las filmaciones, de cámara en mano, continuaron porque el cineasta encuentra en esos acercamientos el potencial para decir algo más.
Rafa, su papá y yo bien podría ser una historia intimista y dejar afuera a quien lo observa y no pertenece al entorno familiar. Pero encuentra los recursos para explicar los recorridos que se van haciendo y los personajes que van ingresando. Logra interpelar al espectador bajo esa búsqueda de identidad, pero también desde la naturalidad que muestra en su realización.
Sebastián, además de director, es uno de los personajes de esta película. Sus intervenciones como protagonista aparecen siempre desde la voz. El es quien va filmando los diferentes momentos. Es así como se propone una mirada desde sus ojos. Este mecanismo genera una mayor empatía con quien lo mira porque, aun sabiendo que un film tiene un trabajo de edición, montaje y selección, se lo presenta con una naturalidad tal que nos parece estar viendo todas las decisiones que se han tomado para llegar a esos caminos.
El film contagia esa idea de sorpresa que va teniendo el director a medida que encuentra motivos nuevos para seguir filmando. Y luego se intensifica este aspecto cuando deciden ir en busca de familiares desconocidos.
Rafa, el padre de Sebastián, es un gran personaje y uno de los motivos que hacen del film más llamativo. Todo comienza con él y luego ese camino continúa hacia lugares que no estaban planificados. Carismático, polémico en algunos aspectos, pero querible en la honestidad de sus actos, logra captar la atención. Vemos a una persona que le gusta de por sí ser el centro y que disfruta de su lugar como personaje elegido para el film. Pero también nos encontramos con su tensión cuando se acerca a momentos en los que no puede fingir que ya no sabe cómo seguir haciendo reír a los demás.
Sebastián Muro nos acerca a una historia que se vuelve un misterio y que, a su vez, se anima a entrar en el dolor. Hay una insistencia, una obsesión por querer hablar, con poder generar la instancia posible que les permita como familia desenredar momentos en los que quizás, sin querer, se generaron malestares.