GAMERS & UNDERDOGS
Es interesante ver el camino que recorrió Disney con sus personajes. En sus inicios, los héroes de sus historias eran personajes perfectos, con conflictos externos y ajenos a ellos mismos. Como BLANCANIEVES (1937), una bella princesa amenazada por una cruel reina, y un apuesto príncipe que la rescataba. O LA BELLA DURMIENTE (1959), misma formula. Pero, con el correr de los años, sus films fueron involucrando la temática de la belleza interior y el clásico “no juzgues a un libro por su portada”, como en LA BELLA Y LA BESTIA (1987) o EL JOROBADO DE NOTRE DAME (1996). Sin embargo, fueron intentos bien intencionados pero vacíos ¿Qué pasaba, llegando al final, con todos los underdogs (los rechazados, los marginados) que miraban esas películas y se sentían identificados con La Bestia y Quasimodo? Si recuerdan bien, La Bestia vuelve a ser un príncipe atractivo, mientras que el Jorobado es aceptado por los demás, pero Esmeralda obviamente elije a Febo. Así, los underdogs se quedaban con un sabor amargo en la boca. Ya entrando al 2000, algunas de las mentes más abiertas de Disney nos dieron una colección de personajes ajenos a esa perfección de la primera era: el egoísta, inmaduro y solitario Kuzco de LAS LOCURAS DEL EMPERADOR (2000), convertido en una llama aún más egoísta y solitaria; el desagradable e indomable Stitch de LILO Y STITCH (2002), entre otros. Pero, en sus respectivos finales, siempre terminaban convirtiéndose en lo que la sociedad esperaba de ellos, haciéndose buenos, más comprensivos o más perfectos ¿Y qué tal si ya eran perfectos así como estaban? ¿Qué tal si era la sociedad la que no los entendía? ¿Por qué Pinocho no aprendió de Dumbo y siguió siendo un niño de madera? No todos somos perfectos y, tal vez, esa perfección no existe. Pero a Disney le costó (y aun le cuesta) entender que la búsqueda de un estado de belleza y aceptación por parte de los demás ya no es algo que afecta a la mayoría. Pido disculpas si mi discurso suena a una canción de Lady Gaga o a un capítulo de “Glee”, pero lo cierto es que los underdogs del mundo de a poco se van alzando, diciendo con orgullo que está bien ser gordo, flaco, homosexual, feo, lindo, tímido, loco o, en el caso de RALPH, EL DEMOLEDOR (WRECK-IT RALPH, 2012), un villano.
Así como Pixar a veces se contagia de temáticas Disney y entrega films como CARS (2006) o VALIENTE (2012), también pasa a la inversa. Porque Ralph fácilmente podría entrar en la misma línea de los monstruos de MONSTERS, INC. (2001) o los peces minusválidos Nemo y Dory de BUSCANDO A NEMO (2003). Temido y rechazado, Ralph ha sido por 30 años el villano de un videojuego. Y cansado de su papel, decide abandonar su puesto y entrar a otros videojuegos para intentar volverse un héroe. Así conocerá a la pequeña Vanellope, una falla de “Sugar Rush”, un fichín de autos de carreras con onda “Mario Kart”. Estos dos underdogs se unirán para intentar cambiar y salvar sus destinos, y al del mundo de videojuegos. Parece puro entretenimiento y lo es, pero entre fabulosas secuencias de acción, humor para diferentes edades y referencias/cameos que los gamers amarán, RALPH, EL DEMOLEDOR se encarga además de contar una historia con un gran corazón, que nos enseña que no hay que cambiar para ser perfectos, sino aceptarse a uno mismo tal cual es.
No se dejen engañar por dicha moraleja ya que la película no es para nada empalagosa - irónicamente, la mayor parte del film sucede en una tierra de caramelos -. Esto se debe a su guion, que se balancea entre lo muy entretenido y original, y lo a veces predecible. Si tendría que mencionar algunas de sus debilidades diría que no hay un villano muy solido; que la trama tarda en tomar el rumbo que seguirá hasta el final; que a la tierna y simpática sub-trama romántica de Felix y Calhoun le cuesta encajar; y que hay poca participación de personajes famosos de videojuegos. Pero en general, el libreto está bien pensado tanto a nivel de construcción/desarrollo de personajes (muy queribles y de geniales diseños, por cierto) como en las diferentes capas que posee su historia. Llama la atención como la trama de RALPH, EL DEMOLEDOR presta mayor importancia a los conflictos internos que a los externos. Hay insectos gigantes, carreras de autos, tiroteos, un malo (que demora en revelarse) y un gran desastre a impedir, pero no hay duda de que lo importante aquí es Ralph, su evolución, su relación con Vanellope y consigo mismo. En ocasiones, eso ayuda a crear inesperadas escenas muy conmovedoras o dramáticas, y una madurez a la altura de Pixar o el mejor DreamWorks (tiene varios puntos en común con SHREK).
Dejando su guión de lado, Disney logró además moldear una aventura visualmente muy llamativa, cuyos recorridos por distintos mundos ayudan a expandir su nivel de belleza, color, simpatía y asombro técnico. El 3D, la acción y la gran variedad de personajes funcionan como deben y ayudan a hacer de esta una fantástica delicia animada que, aunque los gamers la disfrutarán como nadie (me atrevo a decir que es la mejor película de videojuegos en años), puede ser vista por TODOS. Ya que todos, en algún momento de nuestras vidas, jugamos un videojuego o nos sentimos un underdog. Y esto es Disney celebrando al gamer y al underdog en todos nosotros ¡No más héroes perfectos!