Fichines para todos
Rich Moore, uno de los principales directores de Futurama, debuta en la pantalla grande con Ralph: El Demoledor, un tributo gamer que lamentablemente no llega a cumplir con las expectativas generadas por enmarañarse en su propia telaraña.
Ralph: El Demoledor nos contará la historia de Ralph, un muchachote que vendría a ser el principal villano del juego Fix-It Félix Jr. Él se encarga de destruir el edificio que el "bonachón" Félix luego tendrá que reparar para así derrotar a Ralph nuevamente. Luego de 30 años de maldad, Ralph decide comenzar a cuestionar ese estilo de vida e inmediatamente después de no ser invitado a la fiesta que celebra ese aniversario decide cambiar el rumbo y convertirse en un héroe de vídeo juego poniendo en peligro al mundo que vive dentro de las consolas.
El comienzo de la ópera prima de Moore es altamente promisorio gracias a las apariciones de distintos villanos de vídeo juegos (donde encontramos desde M. Bison hasta uno de los fantasmitas que buscaba cazar a Pac-Man) y una graciosa y gráfica terapia grupal integrada por todos ellos intentando levantar el ánimo de Ralph. El problema comienza cuando Moore tiene que salir del homenaje explicito para desarrollar la aventura en la que está por encaminarse el protagonista. Allí la película se empantana y de alguna manera no consigue captar la total atención que supo ganarse al comienzo. Al abordar, por medio de los juegos "originales" creados para la cinta, el homenaje más camuflado (como por ejemplo a Call of Duty, Mario Kart o Crysis) se van perdiendo las referencias y todo comienza a parecer impostado. No hay la fluidez y claridad narrativa necesaria para creer y jugar con lo que está pasando en la pantalla. También hay que destacar que por medio de los avances y posters del film hubo una importante smoke seller con las posibles apariciones de los personajes de videojuegos, cuando en realidad a lo largo de la cinta las intromisiones serán escasas, generando por ese lado otra decepción. Incluso las apariciones del "espíritu Disney" de superación y de moral son puestos en varios pasajes torpemente para cumplir con los mandatos de la casa de Mickey.
Más allá de esas cuestiones Ralph: El Demoledor levanta la puntería hacía el final, cuando ya no queda mayor desarrollo que concluir la aventura en una adrenalinica y vertiginosa carrera hacía la salvación de los videos juegos. El gran aprovechamiento del 3D es otro punto a favor de la producción de Disney. Sin dudas con una promoción menos vendedora de humo y con una fluidez mayor a la hora de introducirnos a la aventura hubiésemos estado en frente de un gran producto autoconsciente gamer, aunque lamentablemente luego de su visionado llegue a la conclusión que me voy a tener que conformar con volver a los queridos fichines de verdad para saciar mi sed de superhéores y villanos consoleros.