A esta coproducción con Perú se le notan todos los hilos, cine for export, utilización de estrellas televisivas para llevar adelante un producto que termina por hacer agua en todos los frentes y logrando que un maestro de la interpretación como Osmar Nuñez termine desatinando su rol.
Sebastián es un destacado estudiante de Derecho, pertenece a una adinerada familia limeña y vive en la casa de sus abuelos. Su vida se verá trastocada por una infausta noticia: su abuelo fue secuestrado, y a partir de aquí el joven comenzará a indagar en el pasado de ese hombre. Con Espinoza, su amigo y profesor, emprenderá una lucha para hallarlo antes de los cuatro días en que los raptores le han dado plazo, y en este camino saldrán a la luz secretos familiares desconocidos para Sebastián. El director Frank Pérez Garland retrató con vigor y suspenso este thriller que, coproducido entre la Argentina y Perú, pinta las andanzas de sus protagonistas (buenos trabajos de Stefano Salvini y de Osmar Núñez) hasta llegar a un tenso e inesperado final.
La sociedad creativa del director peruano Frank Perez-Galard y la guionista y actriz Vanessa Saba realizó este thriller de acción donde se mezcla, desde una mirada crítica a la corrupción hasta una serie de vueltas de tuerca que parte del secuestro de un empresario poderoso, y su nieto comprometido con su liberación. En el elenco están Stefano Salvini con Osmar Nuñez, Gustavo Bueno, Martha Figueroa, Giovanni Ciccia, Juan Nemirovsky al servicio de una historia que se enreda en una serie de misterios. Para lograr liberar a su abuelo, ese nieto necesita ubicar a un muchacho hijo de traficantes de droga, no hay pedido de rescate, hay un pedido de acciones que de a poco van develando una historia singular con aristas poco previsibles. Un entretenimiento que transforma a los mejores intencionados en sospechosos y a los que se acercan con un consejo en potenciales culpables. El resultado es un entretenimiento mediano, en algunos momentos de factura televisiva, con algunos momentos mejor logrados que otros, y en conjunto una pasable cita con el policial y su suspenso.
El jueves pasado se estrenó el thriller peruano Rapto de Frank Pérez-Garland. Sebastián, alumno de fin de año de la carrera de derecho, es parte de una familia con un buen pasar económico. Un dia su abuelo es secuestrado y los responsables le dan cuatro días para encontrarlo revelando una serie de secretos que muchos no quieren que salgan a la luz. El film Rapto empieza con dos escenas que parecieran estar construidas subestimando al espectador. Primero muestra a Sebastián y sus amigos en una fiesta sin preocupaciones y con la mirada de desdén de su abuela, por lo cual ya sabemos la relación entre la familia y cómo el personaje tendrá un arco argumental que cambiará al final de la película. Por el otro, vemos a los mismos jóvenes en una clase de abogacía debatiendo las diferencias entre justicia y venganza por mano propia. Explicaciones tan marcadas que parecieran estar puestas para dar entender que este debate es el que va a suceder a lo largo del film. Este thriller de secuestro y venganza por un crimen del pasado está construido de manual. No hay sorpresas ni giros argumentales. E incluso, por momentos, se esfuerza por incluir extensos diálogos para hacer aun más simple el enigma. Además las interacciones entre los personajes son poco verosímiles, a lo que se suman flojas actuaciones en el reparto. Rapto de Frank Pérez-Garland es una película sobre secuestros que ya hemos visto decena de veces. Sin aportar nada nuevo al género, pero también fallando en hacer atractiva la trama.
Parodia involuntaria Rapto (2019), de Frank Pérez- Garland es un trastabillante thriller policial compuesto de una trama que podría ser bastante sólida pero con un resultado que no le hace justicia. Sebastián Freyre (Stefano Salvini) se presenta como un destacado alumno de último año de derecho y perteneciente a una adinerada familia limeña. Su abuelo es secuestrado y comienza a recibir indicaciones de los secuestradores que lo empujan a una búsqueda a contra reloj en la que encontrará tanto pistas para acercarse a su abuelo como profundos secretos familiares. Desde los primeros minutos la película se encuentra con dificultades para lograr el verosímil del contexto, hay algo de la interacción entre los personajes que no se siente orgánico y pone en evidencia un artificio de los diálogos y las actuaciones. A medida que avanza la trama policial se germinan climas más logrados y buenos elementos que implantan la intriga, sin embargo se repite una tendencia cíclica que comienza en las buenas ideas y termina en las malas ejecuciones. Rapto no corre riesgos a los cuales atribuirles el fallido, por el contrario la estructura y las vueltas de tuerca que contiene la ubican dentro de una fórmula que debería funcionar, como funciona en la enorme cantidad de películas idénticas que vimos antes que esta, sin embargo empalaga de lugares comunes y clichés que a esta altura están demasiado gastados y solo funcionan en una parodia del género.
A raíz de un secuestro el protagonista comienza a conocer el terrible pasado de su familia y de otras personas, toda una red de mentiras, venganza, traiciones y secretos. La trama contiene suspenso y acción, es una búsqueda contra reloj, en un thriller intenso y se encuentra coproducido entre la Argentina y Perú. Pero gran parte de la película los actores no logran relacionarse, el protagonista busca ser el héroe, pero no convence, es inexpresivo, el resto del elenco resulta apagado con situaciones absurdas y poco creíbles, le falta emoción, dramatismo, los diálogos son pobres y además utilizan vocabulario propio del uso diario peruano que no se entiende. El actor argentino Osmar Nuñez (“Los padecientes”, “Madraza”) esta desaprovechado, logra destacarse pero actúa poco.