Luchando por el metal
Recuerdo haber visto a Logos en Cemento hace ya casi veinte años; ese antro querido por todos en el que dejamos pedazos de vida y espíritu adolescente entre el sudor de las paredes y el agua negra del piso, fue uno de los lugares en los que la banda presentó ese discazo que fue y sigue siendo La Industria del Poder. A la mayoría de los que estábamos ahí no nos importaban demasiado las palabras evangelizadoras del Beto Zamarbide pero sí queríamos ver en vivo a parte de la leyenda, a los tipos pioneros en el país de ese género que sentíamos en las entrañas: el metal. Y Zamarbide era y es una pieza clave del género y de la leyenda V8.El disco El Fin de los Inicuos (vaya nombre y declaración de principios para el tercer y último disco de V8) fue el símbolo del final de la etapa más autodestructiva y agresiva de la banda y el acercamiento -sobre todo por parte de Zamarbide- a una marcada fe cristiana que terminaría de desarrollar en Logos. Las letras de La Industria del Poder, al igual que las de El Fin de los Inicuos, tenían esa bajada de línea evangelista mezclada con cierto compromiso social (recordar el hit “Marginado”).