Los insondables caminos del metal
Antes que nada, sincerarse: el heavy metal me gusta bastante poco, y sus imitaciones locales me parecen algo patéticas. Al igual que me pasa con el blues, creo que son géneros que tienen una sonoridad preparada para la lengua inglesa: en castellano suenan mal o son poco auténticos. Pero, para ser honestos, el metal ha tenido por una lógica vinculada con lo socio-político, un aggiornamiento argento mucho más lógico y saludable. Es una expresión que se vincula fuertemente con lo barrial, con aquellos espacios de resistencia ante el discurso oficial represivo (después, es para el análisis el propio discurso reaccionario que elabora el metal). Ha sido voz de guerra en las trincheras y entre el fin de la última dictadura y el comienzo de la nueva democracia, el género tuvo un alumbramiento algo convulsionado pero en el que se instalaron fuertes mitos que perduran hasta hoy: V8 es esa banda mítica y su líder, Alberto Zamarbide, el gran referente metalero del país.
El documental Relámpago en la oscuridad, de Pablo Montllau y Germán Fernández, trabaja la historia del metal en el país alrededor de la figura de Zamarbide: sabe que es el mayor ícono del género y, además, que sobre su figura hay toda una serie de situaciones que son funcionales para un relato que busca ir más allá que el simple recuento de anécdotas. Relámpago en la oscuridad es entonces una reflexión que, sobre la estructura de un informe biográfico, transita la historia del metal argentino, la de una banda emblemática como V8 y la de un grupo de artistas que vivieron el centro del descontrol del rock y sobrevivieron para contarlo. Y no sólo eso, sobrevivieron y se convirtieron en referentes de un heavy metal evangélico a partir de Logos y sus letras cargadas de analogías bíblicas. Si hasta alguno de los pesados rockeros se preguntan si no quedarán muy flojitos tomando jugo Clight.
No sin curiosidad, Montllau y Fernández cuentan los hechos evitando lo cronológico: empiezan por Logos y siguen por V8. Y en el medio, se cuelan detalles de la vida de Zamarbide… ¡en Miami! (curioso destino para un referente de la lucha anti-sistema). No hay linealidad posible en el relato: se sabe, la memoria del rock es un poco confusa y se nutre de un anecdotario sin un mapa preciso. El curso del documental está conducido por las experiencias de su protagonista, un personaje increíble que se balancea entre el rockero eterno y el tipo de familia. Y en última instancia, Relámpago en la oscuridad es una mirada sobre la amistad y el paso del tiempo, sobre un grupo de jóvenes con curiosidades similares que tres décadas después pueden reencontrarse sobre el escenario y brindar un recital soberbio.
Claro que Relámpago en la oscuridad no podría ser posible sin la coherencia que le aporta Zamarbide. Muchas de las cosas que se muestran allí serían impracticables, pero es el cantante y músico quien se hace cargo de que todo eso que se ve ahí dentro puede ser el rock: el arte, el negocio, la lucha contra el sistema, la vida en familia, el descontrol, la discursividad y los cambios como forma de auto-preservación. Con un montaje notable, que brilla durante los segmentos musicales y un cuidado trabajo visual, Relámpago en la oscuridad sostiene el fuego sagrado del rock.
El film es tan bueno que me dan ganas de ponerme a escuchar V8.