Vida y obra del artista Daniel Melero y que atraviesa su carrera y manera de trabajar hasta hoy en día. Un outsider, inclasificable que impulsó las carreras de otros y que se dedicó a hacer la música que siempre quiso. El archivo acompaña al realizador por diferentes momentos, gozo, enojo, alegría, tristezas, en una semblanza que supera lo esperado para los rockumentales.
CAMINAR AL COSTADO DE LA FAMA Daniel Melero es una de esas figuras singulares del rock nacional: estuvo siempre en el centro de la escena, fue parte del despertar del género en la ochentosa post-dictadura, fue precursor del uso de la electrónica con su grupo Los Encargados, participó de discos emblemáticos (Oktubre, Dynamo, Canción animal, por citar algunos) y sin embargo nunca fue una figura famosa, de esas que acribillan con pedidos de autógrafos a la salida de un recital. Como bien dice sobre el final de Retrato incompleto de la canción infinita, el documental de Roly Rauwolf que lo tiene como protagonista, “la fama es algo que te dan los otros, el éxito es algo que lográs vos”. Melero se considera exitoso. Y vaya si lo es. Esta película, entonces, le hace un ligero homenaje a esa carrera extensa y aparentemente marginal que ha desarrollado. Una de las cosas más disfrutables que hay a la hora de escuchar a un artista es cuando tiene la capacidad de observarse, analizarse y pensarse. No tanto desde un sentido poético sino más bien desde una perspectiva profesional, concreta, entendiendo que -en este caso- lo de hacer canciones no es más que un oficio. Y Melero tiene esa capacidad. La película lo acompaña, pues, con atractivas imágenes de archivo en la que se lo puede ver trabajando canciones en la sala de ensayo o con Los Encargados en el programa juvenil Feliz domingo… ¡presentados por Silvio Soldán! Lo demás es el artista y la cámara, recorriendo su historia musical pero también la personal. En ese sentido el documental de Rauwolf cumple tanto el objetivo del hallazgo como el de reconstruir a su personaje. Lo hace el propio Melero cuando explica desde la actitud el rol que ha decidido componer dentro de la historia del rock nacional. En su decir hay ideas claras y un archivo que comprueba la coherencia del camino emprendido. Algo que no parece sencillo en el vanidoso mundo del arte. Es verdad que Retrato incompleto de la canción infinita parece por momentos algo pequeño, casi como un especial televisivo de algún programa sobre rock. Si la idea es sacar a la luz la figura de Melero, la pregunta es si la película tiene la suficiente ambición y si encuentra un destinatario más allá del seguidor del músico. Sin embargo en esa sencillez de la película hay también una cercanía con el pudor que el propio Melero eligió a la hora de llevar adelante su carrera. Incluso el propio título del documental es dueño de una honestidad soberana acerca de aquello que no se puede completar o abarcar. El mundo del artista, su vida, es una suerte de maquinaria en constante movimiento. No está mal que en un presente donde el género documental parece tener más certezas que dudas, alguien deje en suspenso una idea, un concepto. Tal vez la sencillez de la película sea la más cabal representación del arte de Daniel Melero.
La vanguardia es así Resulta interesante la curaduría de la sala virtual de la Asociación de Directores de Cine PCI www.puentesdecine.com al darle espacio a films marginales por su temática, por su duración, por sus cualidades formales, que en el streaming encuentran su público específico con mayor facilidad. Retrato incompleto de la canción infinita (2020) es el rockumental sobre Daniel Melero, músico y compositor argentino tan reconocido en el ambiente como desconocido entre el público. Melero trajo la electrónica -o música tecno- a la Argentina y la fusionó con el rock nacional. Pero lejos de encasillarse en un estilo musical, su trayectoria se destaca por estar siempre a la vanguardia. El músico participó de la producción de los principales discos del rock argentino (entre las bandas se encuentran Los redondos y Soda Stereo para entender la magnitud de su trabajo) y es dueño de una capacidad reflexiva increíble sobre su propia obra. Cada frase es un titular periodístico. El documental de Roly Rauwolf sigue la línea vanguardista del músico. Intercala imágenes en VHS de grabaciones y conciertos, con superposiciones sonoras que nos acercan a la búsqueda musical de Melero, sin dejar por eso de rendirle un cálido homenaje. Sus inicios con su banda Los encargados, sus colaboraciones musicales, su exploración con el sonido “me gusta más que la música” como el mismo Melero afirma en un momento, pero sobre todo, una declaración detrás de otra de su particular manera de ver y sentir el rock nacional.
Daniel Melero (62) es uno de los músicos más importantes del rock nacional de las últimas cuatro décadas. Sin embargo, cuando parecía que su destino inexorable era el de convertirse en estrella, decidió correrse del mainstream, optó por caminos laterales, independientes, experimentales y hasta podría decirse que incómodos. Tampoco sus opiniones han sido complacientes ni demagógicas (basta escuchar lo que dice de su participación en el disco Oktubre de Los Redondos) y todas esas características (su audacia, su rebeldía y su capacidad de provocación) surgen por momentos en este documental de Roly Rauwolf. Cuando llegan los créditos finales aparece un cartel que dice “Primera parte” y, aunque por el momento no hay una segunda en camino, queda claro incluso desde el título que este retrato es “incompleto” a la hora de explorar las múltiples facetas y períodos artísticos de Melero. Pero no nos quedemos con el vaso medio vacío sino con los hallazgos de un film que recupera aquellos primeros tiempos con Los Encargados, banda pionera del tecno local, y como artista que hizo múltiples y no menores aportes para el éxito de Soda Stereo. Figura de culto, admirado más por sus colegas y los críticos musicales que por las masas, Melero siempre se sintió una rara avis, un poco marginal e incomprendido y, en ese sentido, hasta alimentó la autoparodia como su recordada participación en el programa Todo x dos pesos del año 2000, en el que terminaba siendo linchado por una turba (más de una vez en la vida real las huestes rockeras le habían demostrado su violencia en el marco de festivales masivos). Con discos como Silencio o Conga, Melero llegó a varios de los picos creativos de los años '80; el primero, con Los Encargados (“hoy siento que ya estábamos separados cuando lo grabamos”, admite), y el segundo ya como solista pero todavía con mucho material de aquella etapa. En un momento del film, el protagonista recuerda que Los Encargados grababa de madrugada (de 2 a 9 AM), porque antes Virus estaba concibiendo Relax y un día apareció en el estudio Luis Alberto Spinetta, que por entonces registraba Privé, y les dijo que le gustaba mucho la banda liderada por Melero, quien hasta hoy se lamenta por la penosa respuesta que tuvo. Más allá de la anécdota, lo cierto es que en ese ámbito se estaban cocinando varias de las mejores canciones del rock ochentista. Queda la sensación de que una hora es poco para sintetizar la carrera de Melero y que Rauwolf no siempre logra sintonizar desde la estética y la forma con la constante experimentación del artista. De todas formas, la posibilidad de ingresar en la intimidad de los ensayos y grabaciones muchas veces vedadas por un músico bastante secreto, de conocer su pensamiento siempre lúcido y de acceder a los materiales de archivo aportados por el propio Melero (no se pierdan la versión casera de esa gema llamada Orbitando que se muestra completa después de los títulos de cierre) hacen del documental una experiencia disfrutable. En ese sentido, Retrato incompleto de la canción infinita podría verse como una suerte de demo, un primer acercamiento a una figura clave que, ojalá, tenga nuevas aproximaciones desde un universo audiovisual que él también supo cultivar con asiduidad en su multifacética y brillante carrera.
Chipi chipi “Retrato incompleto de la canción infinita” (2020) es un documental argentino dirigido por Rolando Rauwolf. La figura principal del documental es Daniel Melero, compositor y productor musical argentino. La intención es repasar la historia de él a través de sus palabras y sus intervenciones. Por un lado, observamos sus aportes a la escena del rock argentino a través de su grupo techno “Los encargados”; por otro lado, nos introduce en las grabaciones hechas con bandas y solistas famosos. La estética es interesante dado que juega entre la idea de espiar la producción [los estudios y los ensayos] y la exhibición [los discos y los conciertos]. Entre los recursos que podemos rescatar tenemos Plano detalle, cámara en mano, primer plano, plano medio, fotografías, archivos fílmicos, vinilos y entrevistas. Se emplean intertítulos claros y legibles. Por otro lado, conocemos el detrás de escena de las grabaciones con bandas y solistas famosos. La banda de sonido es buena, dado que invita a repasar la música rock y pop porteña desde los años 80 hasta nuestra década. Las locaciones son pocas y repetitivas, pues predominan los lugares cerrados; estudios de grabación, estudios de televisión y cuartos. Si bien hay vistas a los exteriores, su inserción no tiene una intención ni una justificación clara. En cuanto al guión, no existe una línea argumental definida; tampoco existen expectativas sobre lo que veremos. Escuchamos lo que Melero piensa de la música: “estar en guardia para el futuro”, “un disco es una obra inconclusa”. El montaje de imágenes es confuso, va y viene en el tiempo sin un propósito claro. "En conclusión, la propuesta de Rauwolf es interesante. Trata un personaje poco visitado y rico en reflexiones y producciones artísticas. El interés no está puesto en crear climas y expectativas, sino en la reflexión del propio artista sobre su carrera y su poética."
“Retrato incompleto de la canción infinita” de Roly Rauwolf. Crítica. La búsqueda permanente de nuevos sonidos. Bruno Calabrese Desembarca en la plataforma de streaming de Puentes de Cine, luego de ser presentado en el BAFICI 2019, el documental sobre uno de los músicos más influyentes de la historia del rock nacional. Por Bruno Calabrese. Admirado por muchos músicos, elegido personalidad destacada de la cultura y uno de los más importantes roqueros argentino. Daniel Melero es considerado el Brian Eno de la música nacional por su búsqueda de nuevos sonidos, tanto en sus propias composiciones como en los discos de las bandas para las que solía colaborar o producir. Su primera aparición fue como líder y vocalista de la banda Los Encargados, formada en 1982, y considerada el primer grupo techno de Argentina. Como productor discográfico se destacó por su trabajo de numerosas bandas de diferentes corrientes artísticas, entre las que se incluyen Soda Stereo, Los Brujos, Todos Tus Muertos, Babasónicos, etc. Experimentando con múltiples géneros y reinventándose en cada disco, también participó como músico invitado en diversos trabajos de otros artistas. Destacándose también su colaboración en los teclados del disco Oktubre de la banda de rock argentina Patricio Rey y sus redonditos de ricota. El documental nos trae la otra cara de Daniel Melero, la de ese artista polifacético cuya carrera parecía estar dirigida a la fama y la aceptación masiva, pero que eligió tomar otro camino fuera de los flashes y la vanidad del éxito. Mostrando con orgullo la importancia del artista dentro de la escena musical, apadrinando a varias bandas de la denominada “Movida sónica” local, que revolucionaron el rock argentino durante los 90´, destacándose Babasónicos, Los Brujos y Juana La Loca. Melero se jacta de no ser un tipo de la academia musical, se considera alguien que en la deformidad o en un instrumento desafinado puede encontrar un nuevo sonido. Un autodidacta que no necesitó estudiar música, que considera que los conceptos son más interesantes, y que profundizar en ellos contribuyen a la deformidad y eso es lo que realmente revoluciona la escena del rock y genera nuevos sonidos. Como el mismo dice, más de 20 años atrás, en el mítico programa Volver Rock con Nicolás Pauls: “En la historia del rock, ningún tipo que respete los cánones académicos produjo un cambio, los cambios vinieron de la mano de músicos que no tenían mucha habilidad con su instrumento y desarrollaban un lenguaje personal”. Conceptos que repetirá en la actualidad con un lenguaje más claro maduro, lejos de esa persona que era. Mucho material de archivo inédito le dan forma al documental: una presentación en “Feliz Domingo para la Juventud” con Los Encargados, la desopilante aparición detrás de una consola mezcladora en el glorioso “Todo x 2 Pesos” con Fabio Alberti y Diego Capusotto, donde terminará agredido por una turba iracunda de jóvenes rockeros, como una parodia de las agresiones sufridas en sus presentaciones en festivales masivos. El artista presta testimonio en primera persona y cuenta su visión sobre la música, lo vemos en el set de grabación, sin caretas, mostrándose tal cual es, sin declaraciones compacientes ni actitudes demagógicas. Es capaz de hablar mal de su participación en Oktubre con Los Redonditos, pero también mostrarse obsesivo en la búsqueda de nuevos sonidos, al punto de llegar a tener un intercambio de palabras con un musicalizador dentro del set de grabación. Sus idas y vueltas con Federico Mouras sobre como debía grabarse la canción “Trátame Suavemente”, compuesta por él y llevada a la fama por Soda Stereo, junto con su mirada sobre la aparición de “¨Dynamo” y los problemas que significó para la banda la búsqueda de un sonido nuevo, ilustran el capítulo sobre su vida con la mítica banda de Gustavo Cerati, Zeta Bosio y Charly Alberti. Melero es un innovador, un eterno buscador de sonidos nuevos que no se queda en su zona de confort y experimenta siempre. “Retrato Incompleto de una canción infinita” es un homenaje a ese artista, pero también es una melodía que parece reinventarse con cada sonido y cada palabra de Daniel dejándonos la sensación de que esta “primera parte” (en los créditos finales aparece un cartel que dice eso) puede tener una versión nueva dentro de un tiempo, porque la creación de este artista de culto parece no terminar de completarse y se reinventa de manera infinita. Puntaje: 90/100. Edición Fotografía Música Guión Arte Un homenaje al artista, pero también es una melodía que parece reinventarse con cada sonido y cada palabra de Daniel dejándonos la sensación de que esta "primera parte" (en los créditos finales aparece un cartel que dice eso) puede tener una versión nueva dentro de un tiempo, porque la creación de este artista de culto quedará siempre incompleta y se reinventará una y otra vez, de manera infinita. User Rating: No Ratings Yet !
¿Quién es Daniel Melero? En Retrato incompleto de la canción infinita el centro de la historia es Daniel Melero, compositor y productor musical argentino. Para los más melómanos, es de esas figuras que jamás pasaron desapercibidas para el rock nacional, pero el común de la gente no identifica. Este documental lo reconoce como parte de ese despertar del género ochentosa pasada la dictadura, el precursor del uso de la electrónica con su grupo Los Encargados, partícipe imprescindible de discos emblemáticos como Canción Animal, Dynamo y Oktubre, entre muchos otros. A través de las propias palabras de Melero y una interesante estética, iremos construyendo su historia musical, con intervenciones, grabaciones realizadas con bandas y solistas populares, imágenes de archivo, mientras se observa, analiza y piensa a través de los años vividos. El guion no utiliza una línea argumental definida, sino que iremos yendo y viniendo en el tiempo, lo que puede resultar algo confuso para el espectador que desconoce de cronología musical nacional. La banda de sonido está muy bien seleccionada, porque invita a descubrir la música rock desde la década del 80 hacia adelante, sumando al material de investigación que vemos en pantalla. Y uno puede llegar a pensar si este documental de Rauwolf cumple con el objetivo de reconstruir al personaje y sacarlo de las sombras, o solo llegará hasta los más familiarizados con la cultura rock argentina. Sin embargo tiene esa concordancia con la sencillez que presenta el propio Daniel Melero y la vida que llevó (y lleva) como artista y en su vida. Él mismo en un apartado menciona “La fama es algo que te dan los otros, el éxito es algo que lográs vos”. Melero se considera exitoso y Retrato incompleto de la canción infinita reflexiona sobre el artista. No está mal por un rato parar el mundo y darse estos tiempos para respirar.
Por su parte, en Puentes de Cine (www.puentesdecine.com.ar) se presenta el estreno del documental que tiene con protagonista excluyente a una de las figuras que fue parte de ese movimiento de la década de los ’80 que explotó en plena guerra de Malvinas e hizo resurgir con una fuerza contundente a todo el rock nacional. En “RETRATO INCOMPLETO DE LA CANCION INFINITA” recorreremos no solamente la obra y el material de archivo referido a los trabajos e Daniel Melero sino que nos internaremos en sus pensamientos y su personalidad. Descubrimos a este artista que se autodefine como exitoso, no como famoso “… a los exitosos no nos piden autógrafos”, fijando de esta forma una fuerte toma de posición sobre conceptos relativos a la industria, la fama, el éxito, la producción, el arte y su personal forma de sentirlo. El documental de Roly Rauwolf recorre la trayectoria y la obra de Melero, quien tiene la particularidad de haber participado de discos y producciones que son un ícono dentro de la música nacional como (“Canción Animal”, sus teclados de “Oktubre” de Los Redonditos de Ricota o “Colores Santos” junto a Cerati) sin haber alcanzado esa masividad que tantos artistas buscan, sino que obtuvo lo que fue el motor de su propia búsqueda: un enorme reconocimiento dentro del medio. Detrás de Melero están canciones tan entrañables como “Trátame Suavemente” “Quiero estar entre tus cosas” o algunas de su banda “Los Encargados” considerada como el primer grupo de música techno dentro del rock nacional y el documental recorre, guiado por su propio protagonista, toda esta trayectoria que además se ilustra con anécdotas tales como una presentación en el mítico “Feliz Domingo” con Andrés Calamaro oficiando de sonidista, o aquella del BA Rock del ’82 en donde el público arrojaba lo primero que tenía a mano para que se fueran del escenario y apareciera Riff, la banda que estaban esperando. Así desde su verborragia irrefrenable aparecerán los recuerdos vinculados con lo que muchos dieron en llamar “el cuarto Soda” (aunque seguramente él deteste ese mote), un profundo análisis de los movimientos que fueron surgiendo dentro de la música nacional, su clara posición frente a un concepto de mercado dentro del arte y su participación activa en la búsqueda de un estilo propio sin entregarse a la popularidad que lo hubiese relegado de sí mismo, la conceptualización de su obra y de su búsqueda interior como artista. Comparte una cierta mirada en común con el otro documental estrenado esta semana, un formato sumamente televisivo de entrevistas más archivo –sin que por eso deje de ser interesante el recorrido de un artista como Melero- y quizás por momentos demasiado centrado en la figura de su protagonista desde su propia narrativa, sin dar lugar a que aparezcan otras voces que puedan construir esta figura del artista sin tanta auto referencia. Con algo de vanidad y narcisimo, en las dosis exactas, Melero se describe a sí mismo, abre su cabeza, sus pensamientos y sus proyectos, su modo de ver las cosas –en ocasiones sobreabundante y disgresivo-, para internarnos en su propio universo y recorrer un camino artístico trazado con suma coherencia y con una honestidad que no se encuentra frecuentemente en todos los artistas. Tal como reza el título, un retrato inacabado, incompleto, porque todavía en esa canción infinita que propone, la música de Melero seguirá sonando, seguirá buscando y creando y completando, de una u otra manera, este sonido interno que es el hilo conductor del trabajo de Rauwolf que acompaña amorosamente con su cámara, los laberintos de su personaje.
Rock fuerte en la oscuridad. Crítica de “Retrato incompleto de la canción infinita” Puentes de Cine estrena el documental sobre el músico Daniel Melero. Lautaro Franchini Hace 2 días 0 21 Conozcan a quien no pretende ser reconocido. Un hombre que divaga entre las sombras a pesar de su talento y trayectoria. “Retrato incompleto de la canción infinita”, el documental de Roly Rauwolf, registra la vida y obra del músico y compositor Daniel Melero. A partir de hoy, disponible en la sala virtual de Puentes de Cine. Por Lautaro Franchini. “La fama es algo que te dan los otros, el éxito es algo que lográs vos”, así se adjudica su reconocimiento Melero. Una persona que tuvo injerencia en el rock argentino y muchos desconocen. Desde su inicios como líder y vocalista en “Los Encargados”, banda considerada como el primer grupo techno del país, hasta su participación como productor en discos de Soda Stereo, Babasónicos, Los Brujos, Todos Tus Muertos, Juana La Loca y otros más. De un año a otro, del presente al pasado, vemos como el documental nos presenta al protagonista. La figura de un autodidacta que abordó sonidos y melodías desde un punto de vista que pocos conocían o interpretaban. Su apreciación del arte, sus ideas y la forma de expresarlas son los grandes hallazgos de la película. Melero aparece entre recuerdos e imágenes de archivo para contextualizar y explicar cada pincelada de su obra. Nombrado Personalidad destacada de la cultura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Amigo de Gustavo Cerati y amplia contribución en Soda Stereo. Teclado en la vereda de enfrente: Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota y su disco emblemático Oktubre. Y escenario junto a Andrés Calamaro. La vasta carrera de Melero queda insignificante en comparación a la popularidad que recibe. Pero si algo queda claro en el film, es que el músico prefiere las penumbras ante que la luz enceguecedora. Puntaje: 80/100. Actuación Arte Guión Fotografìa Música Daniel Melero, el autodidacta del rock nacional. Documental sobre su vida y obra.
Daniel Melero es un músico conocido por todos los que conocen algo de música. Aunque parezca que creció a la sombra de los artistas que él mismo influyó, para varias generaciones Melero es considerado uno de los grandes. Gran tecladista y compositor, dueño de una personalidad definida e ideas claras, su trabajo brilla desde la década del ochenta cuando sacó el primer y único disco de su banda Los encargados, el primer grupo tecno del país, que comenzó su trayectoria en 1982, cuando el rock en Argentina seguía atado a los viejos estilos y formas. El documental Retrato incompleto de la canción infinita, escrito y dirigido por Roly Rauwolf, simplemente lo muestra, respetando su mundo y sus ideas. Cuando uno ve la película puede creer que todos sus méritos están en Daniel Melero, pero hay que reconocerle al director que esto se vea así. En dirección contraria al egocentrismo de muchos realizadores que intentan lucirse, Rauwolf logra desaparecer para mostrar al objeto de su documental. El resultado es impecable, Daniel Melero es retratado sin obsecuencia pero desplegando todo su talento y sentido del humor. La frase final de esta nota es de él: “La fama es algo que te dan los demás, el éxito es propio.”
Es normal sentir admiración por aquellas figuras que, asumiendo el riesgo de quedar en el olvido, eligieron trazar su camino a espaldas de lo establecido. Es normal también que cuanto más oculto resulte este artista la fascinación sea aún mayor. Uno de verdad cree estar haciendo justicia cada vez que redescubre alguna gema que no recibió la merecida atención. El caso de Daniel Melero es singular porque su posición en el universo del rock nacional es la de alguien que directamente eligió la sombra como el terreno más cómodo donde poder verter sus ideas. No será para nada un músico que goce de gran popularidad, pero está claro que entre pares su nombre es señal de respeto. Su carrera artística inicia allá a mediados de los 80 como integrante de Los Encargados: proyecto fugaz pero suficiente para que, con apenas un disco (Silencio), sea considerada el primer grupo tecno-pop del país e influencia indirecta de toda la movida sónica que surgiría en la década siguiente. Con el tiempo, su camino iría tomando una dirección cada vez más tangencial a la exposición pretendida por la cultura del rock. De hecho, el reconocimiento que se le otorga viene en su mayoría por su rol como productor de grupos y sus colaboraciones junto a bandas como Soda Stereo, Babasónicos y Juana La Loca más que por su obra solista. Autodidacta sin conocimientos teóricos y valorado por su capacidad reflexiva a la hora de componer, Melero es un fiel comulgante del aspecto más formal del sonido. Sus ideas, que parten de abstracciones y texturas, le abren la puerta a la improvisación y a los errores, tiene como foco avanzar siempre hacia un concepto, término que sale repetidas veces de su boca como un mantra que no debemos olvidar. Y justamente, como el centro del documental son sus ideas, lo que hace el director Roly Rauwolf es ponerlo al frente a quien siempre estuvo detrás y otorgarle por completo el micrófono para que sea él quien, a través de su voz, vaya desentrañándose a sí mismo hasta revelar algunas de las capas que recubren a este genio. Salvo algunas valiosas filmaciones de conciertos de Los Encargados o su presentación televisiva en el programa “Todo por 2 pesos”, con un sketch al final del show en el que el público saltaba de las tribunas y fingía atacarlo -riéndose un poco de los violentos infortunios que sufrió a lo largo de su carrera por culpa de la intolerancia rockera-, las imágenes en vivo escasean. Es que la película capta al músico alejado de los escenarios y más como lo que realmente es: un verdadero bicho de estudio. No por nada en alguna ocasión ha sido catalogado como el Brian Eno argentino. Se lo registra entonces en su hábitat natural, entre secuenciadores y consolas, corriendo de un lado al otro del vidrio para chequear las grabaciones. La sensación que transmite al verlo rodeado de cables y en pleno proceso creativo es la de un niño en una parque de diversiones. Ese entusiasmo con el que encara sus composiciones lo traslada también la oralidad. Basta sino escucharlo hablar. La energía que emana es la de un cerebro que carbura más rápido de lo que le da la lengua. Sus frases suenan contundentes como las de alguien que te está cantando la posta pero en el fondo, son pensamientos construidos sobre la marcha, que avanzan guiados por la intuición hasta ramificarse en certezas, siempre personales y seductoras, sobre la belleza, el arte y la búsqueda inspiracional. La presencia de Melero en pantalla se vuelve tan magnética, que por un lado, uno entiende por qué el documental termina apoyándose tanto en la entrevista, pero por el otro, uno siente que los 70 minutos son insuficientes para todo lo que tiene para decir. El título ya lo advierte, Retrato incompleto de la canción infinita hay que entenderlo como un material aún en bruto. Una maqueta demasiado apegada al protagonismo de su personaje tanto como a sus principios estéticos que, sin mucha suerte, son traducidos al plano audiovisual en un intento por escaparle a lo inevitable de caer en el rockumental más convencional. Por Felix De Cunto @felix_decunto
Melero es un músico admirado por colegas y periodistas, pero no es conocido por fuera del círculo melómano especializado en rock nacional. En los últimos 40 años, ha colaborado infinitamente con otros grandes de la música, pero nunca llegó a ser una estrella, siempre se mantuvo como colaborador tras bambalinas de los famosos. Valioso tecladista y compositor, supo trabajar de igual a igual con celebridades como Charly García, Andrés Calamaro o Fito Paéz, pero desde las sombras. Mientras todos se esforzaban por estar cada vez más cerca de los reflectores, Melero hizo – y continúa haciendo- un enorme trabajo musical en las tinieblas del estrellato.
El montaje musical de este documental dialoga muy bien con la vida y obra (incompleta, como se señala desde el título) de ese bellamente extraño personaje de la música nacional que es Daniel Melero
Se estrenó en VOD, en Puentes de Cine, Retrato incompleto de la canción infinita, documental de Roly Rauwolf que indaga en la historia, la discografía y el proceso creativo de Daniel Melero, una figura de culto del rock nacional. “La fama te la da la gente. El éxito se lo hace uno. Yo soy exitoso”. Así se autodefine Daniel Melero, posiblemente el secreto mejor guardado del rock argentino. Un ser místico, de culto, conocido pero no reconocido, una de las grandes figuras de la música alternativa nacional. Líder y vocalista de la banda Los Encargados, el nombre de Melero empezó a cobrar mayor relevancia como productor de numerosas bandas como Soda Stereo o Babasónicos, por ejemplo. Además colaboró artísticamente con Gustavo Cerati numerosas veces y ayudó con la difusión de bandas como Los Brujos. El documental de Rauwolf tiene dos vertientes narrativas. Por un lado, un relato lineal y cronológico, efectuado por el propio Melero, con jugosas anécdotas y opiniones personales sobre la música y el rock argentino. Por otro, la búsqueda de un montaje experimental realizado a partir de material de archivo donado por el protagonista. Este material, que incluye diarios de viajes, backstage de grabaciones y recitales y presentaciones en teatros y canales de televisión, es realmente llamativo. Cambian las texturas y los formatos. Tiene una concepción atemporal que contrasta con el relato, que es bastante convencional. Para ser el “retrato” de un artista vanguardista, que siempre sale a la búsqueda de un sonido novedoso, la narración es bastante clásica, así como también la concepción de la entrevista. Sin embargo, el relato tiene tanta fluidez, es tan enérgico y rico en matices, opiniones y anécdotas profesionales, que es imposible perder el interés por la vida y obra del personaje. El atractivo de Retrato incompleto de la canción infinita se expresa, únicamente, en el redescubrimiento de un músico visionario, que admite cuáles fueron sus errores, pero también sus logros personales, desde un prisma bastante distante, casi objetivo, porque lo que Melero siempre buscó fue la satisfacción artística personal. También se abre, con honestidad, sobre su participación en el disco Oktubre, de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota y su influencia en los primeros discos de Soda Stereo. Para el protagonista, las canciones y los discos no tienen un final definido, “simplemente, hay que dejarlos ir”, y con la película sucede algo similar. A pesar de que nunca deja de ser atrapante, en un momento encuentra el desenlace. Podría haber continuado por unos minutos más, tranquilamente. En cambio, encuentra un final, casi abruptamente, sólo porque necesita terminar. Aunque, durante los créditos, queda abierta la posibilidad de una secuela, este Retrato incompleto… cumple, en sus breves minutos, como reflejo de un artista complejo, no en un sentido personal, pero sí en lo que respecta a búsquedas musicales. Quedan pendientes testimonios externos, ajenos al cantante, pero queda claro que el objetivo del realizador era que Melero sea la única voz y que el material de archivo funcione como una especie de memoria difusa y selectiva que apoye, sin redundancias ni subrayados, al relato del protagonista. Lo mejor son los fragmentos relativos a su relación con su principal colaborador de los últimos 30 años y algunos momentos oscuros de su carrera. Un personaje atípico que se abre al público con honestidad brutal y sinceridad absoluta. Fluida, dinámica y con bienvenidos aportes humorísticos, Retrato incompleto de la canción infinita es una sorprendente obra en primera persona, que desnuda la personalidad de un músico misterioso que fomentó el rock alternativo y tecno en nuestro país. Sobre todo, una figura que sigue siendo una referencia para la vanguardia musical, un artista exitoso, no famoso, cuya discografía no puede dejar indiferente a cualquier amante de un sonido impredecible, concretado fuera de los paradigmas convencionales.
El realizador Roly Rauwolf, que escribió el guión junto a Leonardo Novak siguió durante años a un músico admirado por su colegas, sin fama masiva, pero de talento reconocido como intérprete, creativo, profesor. Fue parte del primer grupo de música tecno, trabajo como productor discográfico entre otros de Soda Stereo, Todos tus muertos, los Brujos, Babasónicos. Fue tecladista de los Redondos. Creador de muchas facetas musicales y conceptos creativos. Un acercamiento a su pensamiento, a sus recuerdos, a lo que realmente le interesa además de ser siempre fiel a sus necesidades artísticas. Un recorrido de recuerdos, a los 12 años ya escribía canciones sin saber música, y a sus quince un recital de Pescado Rabioso lo definió en su destino de músico, su recorrido de solista, sus discusiones y charlas.
CALEIDOSCOPIO “Retrato incompleto de la canción infinita” (2020) es un documental argentino dirigido por Rolando Rauwolf. De trayectoria sinuosa, Melero es un músico independiente y difícil de seguir, dejando a los fans un tanto perdidos con respecto a la trastienda de su extraterrestre musical. Es la propuesta y motivación del Director." El Director Rolando Rauwolf nos presenta RETRATO INCOMPLETO DE LA CANCIÓN INFINITA, 2020. Daniel Melero (61) es uno de los más importantes y menos reconocibles rockeros argentinos. Retrato Incompleto de la canción infinita es un puzzle documental que busca bajar a tierra a un artista polifacético, volando siempre en las posibilidades del presente, alejado del ruido de la fama y la vanidad del éxito. Músico admirado por los músicos, Personalidad Destacada de la Cultura en la Ciudad de Buenos Aires, es casi ignoto para el público masivo. ¿Quién es Daniel Melero y cuál es la vigencia de su arte en la música argentina? Buen trabajo de investigación y entrevistas a su protagonista, el Director gestó este documento dejando claro lo interesante de la estética, dado que juega entre la idea de espiar la producción: los estudios y los ensayos, y la exhibición: discos y conciertos. Aprovechó los recursos técnicos, entre los cuales contamos con: Plano detalle, cámara en mano, primer plano, plano medio, fotografías, archivos fílmicos, vinilos y entrevistas. Se emplean intertítulos claros y legibles. Por otro lado, conocemos el detrás de escena de las grabaciones con bandas y solistas famosos. Justamente y tratándose de un músico, se destaca por su banda de sonido, invitándonos a repasar la música rock - pop porteña desde los años 80 hasta nuestra década. Las locaciones interiores son escasas y reiterativas, ya que predominan los espacios cerrados; estudios de grabación, de televisión y cuartos. Si bien hay vistas a los exteriores, su inserción no tiene una intención ni una justificación clara. Guion, desalineado y lúdico estructuralmente, el cual informa lo suficiente, respetando sus tiempos. Escuchamos lo que Melero piensa de la música: “estar en guardia para el futuro”, “un disco es una obra inconclusa”. Fragmentado montaje de imágenes, fiel a los tiempos únicos del músico desapegado de lo comercial. "Columna vertebral de la música argentina, el misterioso Melero, elige el éxito sin fanáticos, armonioso desde su extraño mundo creativo. Aguardaba tocar en vivo, hasta el momento de sentir que iba a disfrutarlo, dentro de su recorrido personal, emocional y sensible." Calificación 6/10