Vamos de paseo, en un auto lindo
Desde el juego de palabras de su título, la mendocina Road July anuncia que se trata de una típica road movie (película de ruta), y que cumplirá la regla de oro del género: los personajes saldrán al camino -a la vida- y vivirán peripecias que cambiarán su forma de ver el mundo. En este caso, los protagonistas son Santiago y July (apócope de Julia): él es un ex tiro al aire que hace diez años tuvo una hija a la que ni siquiera conoció. Y ahora, por un capricho del guión, deberá llevar a la nena desde Mendoza hasta San Rafael en su antiguo y bonito Citroën 3CV.
Las principales objeciones que se le pueden hacer a la película son, justamente, su excesivo apego al género y su falta de riesgos. Es demasiado clásica, demasiado correcta. Y, por esto mismo, termina siendo previsible. De todos modos, en algunos momentos se genera cierto clima que favorece a este viaje cinematográfico. Hay por lo menos tres factores que contribuyen en este sentido.
En primer lugar, la química entre los protagonistas. Francisco Carrasco, un chileno radicado desde hace 15 años en Mendoza, es toda una revelación. Y está bastante bien acompañado por la pequeña Federica Cafferata, que pareciera ir soltándose a medida que transcurre la película.
Otro protagonista rendidor es el paisaje que va atravesando el auto. Viñedos, montañas, ríos, cielos inmensos: todo embellece la historia. Mendoza está de moda: también es el escenario de Vino para robar y de Voyage Voyage, actualmente en cartel. En este caso, la película es made in Mendoza: contó con apoyo de la Escuela Regional Cuyo de Cine y Video, de la que egresó el director, Gaspar Gómez, mendocino al igual que gran parte del elenco y el equipo.
La música es un elemento fundamental en las road movies . En esta, el ítem está aprobado con creces gracias a la banda de sonido compuesta especialmente por Maxi Amué, un cancionista reconocido en la escena mendocina. Así, un trayecto excesivamente lineal consigue ser agradable.