Viaje sin sorpresas
Apenas un par de semanas después de Voyage, voyage y Vino para robar, una tercera película ambientada en tierras mendocinas llega a la cartelera porteña. En este caso, se trata de Road July, que además tiene la particularidad de haber sido filmada con un equipo técnico enteramente cuyano.
Primer largometraje de ficción de Gaspar Gómez, se trata de una road movie que sigue a un padre en plena recomposición vincular con su hija de diez años (la July del título) a la que nunca reconoció, luego de que su madre falleciera de un cáncer fulminante.
A partir de esa anécdota, Gómez esboza una película cuyo máximo punto a favor es la de evitar el regodeo en los paisajes para, en cambio, centrarse en la historia que quiere contar. El problema es justamente ese, una historia demasiado edulcorada -todos los personajes son buenísimos, sin un doblez de oscuridad- en la que se presume desde el minuto uno que todo culminará de maravillas.
Es cierto que el subgénero de las road movies implica la aceptación por parte del espectador de que el destino importa menos que el recorrido, pero Road July podría haber sido mucho mejor si hubiera apostado un poco más a construir un universo menos idealizado, mucho más apegado al que nos envuelve cotidianamente.