Los Miserables
Finalmente llega a los cines argentinos Rosetta, primer film de los hermanos Dardenne, que no pudo estrenarse antes por problemas con los derechos de distribución. En la película, queda patentada la poética de los realizadores belgas, anclada siempre en las clases marginales cuyo conflicto gira en torno a la moral de su protagonista.
Rosetta acaba de perder su trabajo, un buen trabajo según ella que la mantiene ordenada, dentro del sistema. Ella hará lo imposible para conseguir nuevamente un empleo y ganarse la confianza de un jefe, aunque ponga en riesgo la amistad con su único amigo traspasando límites morales.
Si bien la película cuenta con diez años, no deja de ser actual en temática y estilo característico de los hermanos Dardenne. La cámara en movimiento siguiendo (acorralando) a su protagonista, describiendo sus acciones de cerca, con crudeza pero nunca juzgando, nos invita a reflexionar acerca de las clases marginales, sus conflictos, sus oportunidades.
Los Dardenne no nos dan un mensaje, simplemente nos exponen crudamente –como si se tratara de un registro documental- a su personaje en conflicto constante con la realidad que le tocó vivir, invitando al espectador a sacar su propia conclusión. En este caso es Rosetta con quien se promueve la identificación, víctima y victimaria de la situación que atraviesa.
Por ello importa y mucho la actuación de su actriz principal, Emilie Dequenne, quien obtuvo la Palma de Oro en Cannes –al igual que el film a mejor película- por su actuación. La película recae constantemente en ella, su rostro y acciones alcanzan niveles conmovedores, como la escena en que ella es despedida de su trabajo y se aferra -como si fuera su vida- a una bolsa de harina. Este elemento cotidiano alcanza niveles poéticos por su simbolismo. Aquí comprendemos el valor que Rosetta le da a su empleo, por más insignificante que sea.
Los directores tienen el poder de involucrar al espectador emocionalmente en la vida de Rosetta, hacerlo sufrir por sus pesares. La realidad de Rosetta la golpea bruscamente y al espectador junto a ella. No hay en Rosetta una división de clases, no hay un espectador burgués opinando sobre las desgracias de un marginal, hay un espectador viviendo las desgracias de un marginal como propias, sintiendo impotencia frente a los golpes de la vida contra los cuales no puede reaccionar desde su butaca.
Y en este movimiento hacia los extremos –impensables- es cuando el conflicto moral de Rosetta queda planteado en el film. Ahora la pregunta es ¿Qué haría usted en lugar de Rosetta?