Los Darlenne y Yo
A medida que me acercaba a la sala cinematográfica donde se exhibiría la función de prensa de Rosetta, traté de imaginar el plano inicial de la “nueva” película de los hermanos Dardenne, ganadora de la Palma de Oro en 1999 (sí, no es error de tipeo).
“La protagonista camina aceleradamente por alguna vereda medio marginal de alguna ciudad industrial de Bélgica, de espaldas al espectador, en un primer plano con cámara en mano sobre el hombro del personaje”
Lógica pura, para aquel que conoce mínimamente el cine de los premiados hermanos belga. Si bien Rosetta no camina por las calles, sino por los pasillos de la fábrica para la que trabaja, el plano es tal cual como me lo había imaginado.
Una película no se puede analizar de forma independiente. Sería facilista de mi parte opinar sobre la película evitando dos hechos importantes, contextuales, pero que son difíciles de quitar de la cabeza:
1º La película se estrena con diez años de atraso. Si bien, por la estética y la narración podría ser perfectamente contemporánea, hay que tener en cuenta que del 99 hasta el 09, los Dardenne estrenaron tres películas que presentan similitudes. Por tanto el impacto y la sorpresa en cuanto a la estética y la dura crónica social que retratan es menor de la que hubiese tenido en esos tiempos, aunque hace diez años, mi punto de vista, debido a la edad sería muy distinto también.
2º La filmografía de los Dardenne tiende a repetirse, e incluso confundirse invariablemente. Ver cada película de forma independiente provoca admiración y nunca indiferencia. Sin embargo, necesitan una verdadera renovación. No es suficiente con alejar un poco más la cámara y agregar elementos más propios del cine noir que del melodrama social como hicieron en El Silencio de Lorna (2008). La última obra de Luc y Jean Pierre, es sin duda, una mezcla entre Rosetta y El Niño, ambas ganadoras de la Palma de Oro. La historia atrapa y es cautivante, y pronto uno olvida la estética para meterse en el micromundo narrativo, pero no puede más que sentir un deja vú visual.
No vi, La Promesa, ni las películas temporalmente anteriores de los Dardenne para juzgar la obra general. Pero no puedo mentirme a mi mismo. Rosetta me hubiese encantado más si la habrían estrenado cronológicamente, quizás es por eso, que sigue siendo El Hijo, mi película referencial de ellos. Solo, que afirmo, que no fue solo el hecho de haberla visto primera. El Hijo tiene un nivel de sutileza mayor, y una intención de impactar e involucrar al espectador, mucho menor que las demás películas. Es la menos violenta, la más contemplativa, pero a la vez, la más fuerte en la narración, la que deja al espectador con una sensación de impotencia suprema.
La Fuerza de Rosetta
Por otro lado, es innegable que Rosetta es otra demostración de cómo hacer un cine emocionalmente efectista, dramáticamente potente, con pocos recursos, y rompiendo moldes tradicionalmente narrativos.
Al igual que las demás obras de sus autores, Rosetta no tiene principio ni fin. Empieza con el primer punto de giro y termina en la mitad del climax, por lo cual sentimos que los Dardenne nos meten violentamente en el mundo de esta chica post adolescente, enfrentando a un mundo injusto.
Ella tiene 17 años. Vive con su madre borracha en un trailer en medio de un camping, al borde de una ruta suburbana. Acaba de perder su empleo, al tiempo que trata de abortar caseramente.
Su única meta, parece ser, encontrar un trabajo decente y fijo. Nada de periodos de prueba o reemplazos. Ella es orgullosa y voluntariosa, no quiere prostituirse como la madre, ni recibir limosnas.
Su esperanza está en un puesto de waffles, donde reemplaza provisoriamente al hijo del dueño. Se gana la amistad de otro empleado, Riquet, que se solidariza con ella y parece buscar algo más que una amistad. Pero, la necesidad de Rosetta, por tener una vida sólida, provoca que tenga violentos arranques de ira, que le traen más problemas que soluciones.
Los Dardenne crean un personaje perfecto. Humilde, pero honrado, orgulloso, pero malicioso. Una víctima de la sociedad laboral. Una vida en el borde de una edad, con comportamientos adultos pero a la vez, respuestas adolescentes. Un personaje que no quiere ser marginal, quiere crecer y se ve frenada por un mundo demasiado grande, aun visto en personajes comercialmente pequeños.
Sin perder nunca el ritmo ni el clima ominoso gris; o la estética: cámara nerviosa, en mano, meticulosa, inoportuna, Luc y Jean Pierre mantienen en vilo al espectador. Pero la sumatoria de golpes de efecto dramáticos y algunos bastante bajos pueden provocar cierta incomodidad, que en una película estadounidense, serían duramente criticados. La narración in crescendo, hasta llegar al final ambiguo, provoca que el espectador siga atento los desaciertos de Rosetta. Como los demás protagonistas de los Dardenne, ella intenta llegar a extremos morales para lograr su meta, pero como típica antihéroe moderna, su conciencia cumple un rol central en su personalidad. O quizás los directores, se apiadan por ella, y deciden salvarla cuando ven que su vida corre peligro.
Al igual que en sus anteriores películas, la elección del elenco es fundamental para dotar de verosimilitud al relato. La, por entonces debutante, Emillie Dequenne es un rostro inolvidable. Fiera, austera, melancólica. Casi sin pestañear y con la mirada fija, uno puede entender lo que sucede por su cabeza e incluso adivinar cual va a ser su próxima acción. El espectador, impotente, no podrá detenerla. Bien merecida tuvo la Palma a la mejor actriz.
Fabrizio Rongione, y el actor fetiche de los Dardenne, el excelente Olivier Gourmet, completan el elenco.
Al igual que en el resto de su obra, los Dardenne, golpean a la clase industrial y ponen su ojo desde el punto de vista y la posición, de una clase marginalizada, que usualmente el cine más comercial europeo trata de ocultar.
Ya no vale la pena criticar el sistema de distribución (lo hicimos con Lejano en su momento) ni que debamos conformarnos en verlas en DVD. Es un poco injusto decir que los Dardenne se repiten. Pero ahora que nos pusimos al día con su cine, podríamos ponernos un poco más exigentes, y esperar que su próxima película, sin perder la identidad de sus realizadores, nos presente un micromundo un poco distinto.
Aunque sea tan utópico, como esperar un mundo más justo, noble y equitativo para todos.