No sólo para fanáticos
Como sus colegas Julien Temple y Lech Kowalski que registraron la historia del punk y sus inicios en carne viva y en cuerpo presente, sea como fan, groupie o pichón de periodista, Scott Crawfrod emprendió un camino similar para vivir a pleno aquellos diez, 15 años en Washington y exponerlos en Salad Days: A Decade of Punk in Washington DC un más que interesante documental construido desde un formato televisivo. En efecto, los acertados testimonios de David Grohl y Henri Rollins, entre otros, describen el germen, desarrollo y apoteosis del punk ya lejos de los canonizados Sex Pistols, The Clash, Ramones o Buzzcocks.
En esa conformación cronológica que propone el trabajo, se acumulan bandas esenciales y otras que no tuvieron tanta repercusión más allá de los 300 espectadores de cada presentación en vivo y de las hojas de los fanzines. Pero el realizador se aleja de una historia convencional al señalar ciertos hitos de esos 15 años de música, dejándole lugar a la explicación de hechos poco conocidos para aquellos no tan adictos al punk: La Revolución del verano, el peso fundamental del sello Dischord, el compromiso social de algunas bandas, las alusiones al "emocore" y la zona oscura que marcó la presencia de los skinheads en ciertos shows, son descriptos de manera didáctica con mirada de periodista (Crawford lo es, además de diseñador gráfico) a través de las imágenes.
El blanco y negro de los shows al palo de Minor Threat, The Teen Idols, Rites of Spring, Big Boys y Fugazi (uno de los grupos preferidos por el director de acuerdo a la extensión de las imágenes) también deja lugar a Fire Party, una de las primeras bandas de chicas punkies. Al mismo tiempo, al tratarse de un trabajo que no omite al contexto, Salad Days refiere a acontecimientos políticos y sociales que describieron a la era pos Reagan, marco en que se desarrolla la última parte del documental. Un condimento extra de este buen registro visual y sonoro es ver un poco del energético Bad Brains, la banda funk hardocore que sonaba de fondo en la escena del boliche punk de After Hours, obra maestra de Martin Scorsese de los años '80.