Los gestos del desamparo
Lo único explícito en esta sugerente ópera prima de Mariano Luque que ya recorrió festivales, incluido el BAFICI, es su título en base al contexto en que se desarrolla una historia mínima e intensa que gira en torno a las micro expresiones de la violencia de género, protagonizada por un matrimonio joven en crisis, interpretado por Mara Santucho y Marcelo Arbach, acompañados de Mariana Briski y Camila Murias.
Resulta evidente que por momentos el film exhibe los reflejos de una operación de prolongar una idea de mediometraje para convertirla en largometraje y así acumula planos que no contribuyen al desarrollo dramático, pero ese detalle no desalienta porque el trabajo en la puesta en escena al servicio de la poética es impecable.
La virtud de Mariano Luque es haber encontrado el equilibrio entre lo que la cámara narra y aquello que busca desde un discurso estético, aunque también prevalece el trabajo meticuloso sobre el fuera de campo para definir los espacios invisibles en los que se escurre la violencia entre Carmen y Rafael, o mejor dicho las consecuencias de ese destrato constante por parte del hombre, que se condensan en el rostro de ella, en los arrebatos de rebeldía espontáneos a las apetencias de él o cuando en silencio su personaje transmite toda esa angustia y bronca acumuladas.
La relación parasitaria no es otra que la que marca el círculo vicioso de la violencia de género por lo general subrayado en el cine argentino, sin matices y con una carga extra de virulencia gráfica para teñir de tono realista la escenificación. El caso de Salsipuedes precisamente es todo lo contrario y en eso reside su fuerza expresiva: en lo que no se ve en pantalla –no es necesario mostrar golpes, agarrones, empujones, gritos, llantos- pero se mira desde el primer minuto hasta el último.
Ese juego de poder machista de Rafael, del cual ella no puede escapar, también encuentra su costado cómplice en la tibia mirada de su madre en la piel de Mariana Briski (quizá la diferencia etaria entre madre e hija debería haber sido mayor) y un testigo silencioso en la inocencia de la pequeña (Camila Murias), hermana menor de Carmen.
El contraste de haber elegido la topografía de un camping al que supuestamente llega la pareja para pasar una jornada agradable funciona eficazmente en Salsipuedes para remarcar el agobio y la opresión cuando la fuga responde más al deseo que a la realidad.