Facundo J. Ramos (Toma 5):
"Moraleja americana"
Hay un cuento llamado “Pedro y el lobo” (también conocido en ciertas partes del mundo como “Juanito y el lobo”) que narra la historia de un niño que, para burlarse de sus vecinos y familiares, inventa la presencia amenazante de esa criatura en varias oportunidades.
Cuando Pedro finalmente se ve amenazado por un lobo de verdad y decide pedir ayuda, ningún vecino ni familiar le cree al niño, quien es atacado por la criatura en algunas versiones del cuento, mientras que en otras directamente el lobo se come a toda su familia.
La moraleja y los vaivenes de dicho relato, como así también el ideal que existe en el imaginario popular del “sueño americano”, tranquilamente pueden aplicarse a la carrera de Michael Bay, director responsable de “Bad Boys” (1995), “La Roca” (1996), “Armageddon” (1998), “Pearl Harbor” (2001), “Bad Boys II” (2003), “La Isla” (2005) y la trilogía “Transformers” (iniciada en el 2007), la cual lo convirtió en el director de cine mejor pago de los últimos 10 años.
Bay es un realizador de gran talento para dirigir películas de acción (por lejos uno de mis favoritos), pero su fama en Hollywood lo posiciona como uno de los peores directores modernos (algo ridículo y alimentado fervientemente por la prensa) y su personalidad no ayuda a revertir dicha imagen ya que difícilmente exista otro tipo más egocéntrico y narcisista que él en la industria del cine.
Hay que entender también su situación: Michael Bay en toda su carrera no acumuló ni un solo fracaso económico (lo cual es más determinante que la calidad de los films en Hollywood) y se rodeó de algunos amigos pesados dentro de la industria como ser Jerry Bruckheimer, Don Simpson, Steven Spielberg y James Cameron, quienes exacerban su ego desde hace un tiempo.
El mismísimo Bay en su momento, bajo la mirada aprobadora de Spielberg, se animó a decir que “Transformers: La venganza del Caído” (2009) era tan grande como si mezclaras “Ben Hur” (William Wyler, 1959) y “Apocalypse Now” (Francis Ford Coppola, 1979).
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“Sangre, sudor y gloria” es su última producción estrenada comercialmente en distintas partes del mundo (excepto nuestro país), la cual se filmó en tiempo record, con un presupuesto que no superó los 20 millones de dólares y cuya realización fue posible gracias a la extorsión de Paramount Pictures para que Bay filmara la 4° entrega de “Transformers” una vez finalizado este trabajo.
Debido a razones más económicas que personales, y porque sabía que quizás no existiría otro mejor momento para llevar a cabo su tan ansiado proyecto, Bay aceptó la oferta y tuvo que tragarse sus palabras deslizadas años anteriores en donde decía que no filmaría más películas de la saga “Transformers” porque se sentía “aburrido de esa clase de proyectos, a los cuales ya no podía aportar nada más”.
Así nació “Pain & Gain”, película escrita por la dupla de guionistas Christopher Markus y Stephen McFeely (“Capitán América”, “Thor: Un mundo oscuro”) basada en los increíbles hechos reales redactados por el periodista Pete Collins para el periódico “Miami New Times”, los cuales se publicaron en diferentes por capítulos e incrementaron notablemente las ventas y la fama del diario allá por 1999.
Tal fue el éxito y la repercusión que logró la crónica titulada “Pain & Gain” que hasta la fecha se considera como la noticia más importante publicada por aquel diario y además fue recopilada a modo de novela y editorializada en varios países.
“Sangre, sudor y gloria” cuenta la historia de Daniel Lugo (el siempre correcto Mark Wahlberg), un entrenador físico narcisista que, cansado de no poder concretar su visión del sueño americano (conseguir mucho dinero, tener una casa enorme, un patio verde para podar y un grupo de vecinos que lo admiren y lo consideren necesario para el barrio) decide tomar cartas en el asunto y secuestrar a un exitoso empresario cliente suyo en el gimnasio donde trabaja llamado Victor Kershaw (el gran Tony Shalhoub) para torturarlo, extorsionarlo y quitarle todos sus bienes personales.
Para llevar adelante dicha misión Lugo recurrirá a la ayuda de su mejor amigo Adrian Doorbal (Anthony Mackie), un vigoréxico con problemas físicos debido al consumo excesivo de esteroides y a Paul Doyle (Dwayne Johnson), un ex convicto recuperado de sus terribles adicciones a la droga y al alcohol que se encuentra desempleado y abandonado.
A diferencia de todos los demás proyectos de Bay, “Sangre, sudor y glorias” es un relato que carece de grandes escenas de acción y todo su peso radica en mostrarnos de forma exacerbada (sin que eso signifique menos realismo) la ambición y desesperación de este grupo de criminales que decidió cumplir el “sueño americano” llevando adelante un plan tan violento como ridículamente mal orquestado.
Durante gran parte del relato el género que más se le asimila a esta producción es el de la comedia, pero la ridiculez con la que actuaron Lugo y compañía en la vida real, y las increíbles decisiones que tomaron en situaciones críticas, hablan por sí solas: Solo en Estados Unidos hay gente capaz de hacer semejante locura de forma tan estúpida.
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Por ese motivo la película se apoya en las correctas actuaciones de Wahlberg, Johnson, Mackie, Shaljoub y Ed Harris, quien recién hace su aparición en la segunda parte del film para introducir así al primer y único personaje moralmente bueno de toda la historia.
Ahí radica uno de los grandes méritos de “Pain & Gain” y es el hecho de desarrollar una interesante y atrapante crónica que, pese a presentar un final anunciado, tiene siempre como personajes centrales a un grupo de delincuentes políticamente incorrectos que reflejan la crudeza de la ambición humana, alimentada por erróneos modelos de formación.
Sería bueno ver que opinan ahora aquellos periodistas u otros miembros de la prensa que consideran a Bay como uno de los directores que más trabajaba con los estereotipos desacertados del ciudadano norteamericano, ya que en ésta oportunidad lo que el realizador refleja de forma crítica y concreta son los efectos que impone una sociedad competitiva, egocéntrica, violenta y cargada de mensajes alentadores ilógicos como la de los Estados Unidos a sus habitantes.
Daniel Lugo, sin ir más lejos, ofrece un repertorio de frases tales como “Si creo que lo merezco, lo obtengo” que construye a medida que avanza el relato uno de los personajes más patrióticos, realistas y ridículos de los últimos años dentro del cine de Hollywood.
Como mencione anteriormente, “Pain & Gain” no tiene grandes escenas de acción, por lo que técnicamente la película se sostiene gracias a un dinámico trabajo de edición a cargo de Tom Muldoon (60 Seconds), un excelente trabajo de fotografía (fuera de lo común en las películas de Bay ver tanta cámara en mano y ubicada en lugares impensados) realizado por Ben Seresin (Guerra Mundial Z) y la perfecta banda sonora compuesta por Steve Jablonsky que musicaliza de forma excelsa esta historia.
Es una lástima que, luego de años y años de llamar la atención de forma errónea con proyectos entretenidos y mediocres, Michael Bay haga una pequeña gran película como esta y nadie le preste la atención que realmente se merece.
1888cc08-45b2-4c37-bbaf-f2275a3ef590_zps8f9399faDe no haber corrido la misma suerte que Pedro y el lobo, hoy tranquilamente este criticado y atacado director podría presumir con mucho más entusiasmo que tiene en su filmografía la mejor y más polémica película hollywoodense de criminales desde “Asesinos por Naturaleza” de Oliver Stone (1994).
Si “Argo” de Ben Affleck (2012) se esmeraba por mostrar el exacerbado heroísmo de los norteamericanos en misiones de rescate riesgosas en el extranjero, “Sangre, sudor y gloria” se encarga de demostrar que la violencia (con fácil acceso a las armas incluido), la envidia, la discriminación y la desmesurada competencia contra el resto de las personas de una sociedad son un problema latente puertas adentro que está lejos de solucionarse en los Estados Unidos.
“Sangre, sudor y gloria” es la versión porno de “Argo”. La muestra más concreta que ofreció el cine este año de lo que los norteamericanos son capaces de hacer por construir un mundo mejor, según su tergiversado punto de vista.
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