Cuando Francia copia (mal) a Hollywood
Como thriller de espías con traiciones cruzadas, secretos diplomáticos, narcotraficantes asiáticos, terroristas árabes y mujeres fatales, Sangre y amor en París es un subproducto muy poco convincente. Como comedia de compinches (buddy-movie en la jerga cinematográfica), este proyecto ideado por el francés Luc Besson y protagonizada por John Travolta y Jonathan Rhys-Meyers es poco graciosa y nada sorprendente. La "química" humorística entre ambos es casi nula.
A partir de una fórmula trillada (uno puede adivinar todo lo que vendrá a los pocos minutos y encima las resoluciones son "de manual"), de diálogos escritos con copy & paste, con actuaciones deslucidas (el personaje "cool" de Travolta es lo menos cool que se ha visto en mucho tiempo), con escenas de acción tan profesionalmente concretadas por Pierre Morel (Búsqueda implacable/Taken) como intrascendentes en su resultado, Sangre y amor en París -más allá sus torpes referencias a La conversación, Bullit o Contacto en Francia- es como una mediocre película hollywoodense... hecha en Francia y con dinero del todopoderoso (y poco creativo) Besson. No hay nada para destacar en este film menor, efímero y, por lo tanto, rápidamente olvidable.