Esta película parece ser, desde su título, una tardía declaración de principios de Luc Besson, curiosamente no firmada por él (al menos en la dirección, aunque la historia es de su autoría y ha oficiado de productor de la cinta). En veinte años de carrera se ha esforzado por realizar un cine francés a la americana, con importantes incursiones en el cine acción y en el de ciencia ficción, y en el último tiempo hasta se atrevió a probarse como director en una saga de animación (la que comenzó con Arthur y los Minimoys), y lejos de limitarse a la dirección, ha intervenido como productor y guionista en innumerable cantidad de producciones europeas de género, dejando su sello distintivo en prácticamente todas.
Esta huella se nota en From Paris with love, film con actores americanos, un signo típico de la marca Bessoniana (no confundir con Bressoniana), que coquetea con el absurdo característico de algunas películas de acción, particularmente de las “buddy movies”, aunque bastante atenuado por el trabajo en la dirección de Pierre Morel (Venganza), un cineasta que, a diferencia de Besson, posee más oficio que talento.
La introducción anticipa un thriller de espionaje clásico, hasta que aparece en pantalla John Travolta, que en este film se muestra furiosamente desatado, capaz de cualquier cosa. Gracias a la acción de Charlie Wax, su personaje, la película pasa del mundo de los espías al narcotráfico, y del narcotráfico al terrorismo, como si todo eso pudiese caber en una sola película. From Paris… logra soportar todas estas líneas sin que el argumento se desmadre. Por supuesto, siempre y cuando se la tome como lo que es, un entretenimiento absolutamente liviano.
Si intentamos dilucidar las razones del comportamiento de algunos personajes, o el sentido de algunos giros narrativos, ahí sí podemos encontrarnos con un producto sin pies ni cabeza. Eso sí, capaz de transitar feliz por los caminos del desquicio, un camino que le sienta bien a este Travolta, quien llega a citar en algún pasaje de la película a su famoso Vincent Vega de Pulp Fiction. No sucede lo mismo con Jonathan Rhys Meyers, lejos todo atisbo siniestro o ambiguo, algo habitual en sus roles más convincentes. Aquí llega a dar en la tecla cuando el guión le demanda transitar por caminos similares al de Charlie Wax, como en la escena en la que lo vemos completamente drogado. El personaje medianamente ingenuo que se ve en el resto de la película no rescata lo mejor de su estilo interpretativo.
From Paris… posee una buena cuota de delirio, que en manos de Besson podría haber sido mejor explotada. Por lo demás, el film intenta imitar algunos tics del cine de acción americano (el título alude directamente a una vieja entrega de Bond, lo que supuestamente ubica a esta película como una más en el nutrido cine de espías), y en algo de ello acierta, quedándose obviamente en la mera imitación, el resultado final está demasiado lejos de las películas que le han servido de referencia. From Paris… se desarrolla como un torbellino veloz, en poco tiempo intenta arrasar con todo, pero lo consigue a medias, y al terminar la película poco rastro significativo queda de aquel supuesto torbellino. ¿Adónde quedó París y el amor? Sólo Besson y Morel saben la respuesta, por lo que se ve, no la han sabido dar al público.