En solitario
En uno de los momentos de Satori Sur (2019), de Federico Rotstein (Terror 5), quien se anima a dirigir en solitario luego de varias producciones de género, la actual pareja de Miguel Grinberg, objeto del documental que lo tiene como protagonista, habla de lo bien que la ha pasado siempre con él, aún a pesar de los momentos que en solitario desarrollaba su actividad intelectual.
Como un lobo estepario, y con un espíritu único y explorador, Grinberg atravesó la historia cultural de los últimos 60 años, es indefinible, y aun así, pudo conectarse con figuras claves del arte como Jonas Mekas, Allen Ginsberg, entre otros, revolucionando el ambiente musical y radial con una propuesta acorde a los tiempos que corrían sin convertirse en un personaje panfletario y confrontador y mucho menos lapidario.
Federico Rotstein lo sigue en sus rutinas, en la preparación de un homenaje en el CCK, en una performance, en sus recuerdos, en el relato de su pasado, en el reencontrarse con cuadernos en los que volcó ideas e imaginó novelas celebres, sin solemnidad y mucho menos bronce, que atentaría a la figura que refleja y de la que se nutre.
Con material de archivo único, que incluye audios de figuras como Luis Alberto Spinetta, o grabaciones inéditas de Los Gatos, viejas impagenes en fílmico y Super 8, y la voz directriz del protagonista, Satori Sur nos transporta en el tiempo, nos lleva al futuro, nos ilumina con información precisa y hermosas anécdotas, viajamos por espacios inimaginados del arte, y además, recupera la figura de un hombre único que nunca dejó de pensar y hacer pensar.
Las charlas por Skype entre Grinberg y Jonas Mekas, por citar sólo uno de los múltiples recursos con los que el director arma su relato, además, aportan contemporaneidad a la narración, necesaria para avanzar en la reconstrucción del personaje y desde allí presentarlo como sujeto deseante y activo.
Pese a que su mujer habla de esa continua diversión y entretenimiento, y también momentos oscuros en la vida del periodista, entre esos dos universos, el personal y el público, entre la opinión y el relato, Satori Sur comienza a configurar su objeto.
Y después, más allá de las palabras, y de las opiniones, uno se tiene que dejar llevar por la propuesta, una película que por momentos respeta a rajatabla convenciones del género, y por otros se libera del peso, ya no solo de la figura de la que habla, sino, principalmente, de los antecedentes sobre este tipo de trabajo documental.
Satori Sur es un homenaje, sentido, reflexivo, profundo, sobre uno de los pensadores más lúcidos de la cultura nacional y popular. En aquellos momentos en los que Grinberg se anima a emitir opiniones, es cuando el personaje cobra más fuerza, y es también cuando Federico Rotstein completa su mirada, volcando en algunos momentos una nostalgia bella y alegre que subraya el sentido y la trascendencia de un hombre que se pensó a sí mismo y desde allí a todes.